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Sin prejuicios y con mucho amor, el mensaje de la juventud limeña

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Con el único deseo de acompañar y guiar a la juventud por la Palabra de Dios, los Sacramentos y los buenos valores, se realizan diversas actividades que unen al joven con su fe y el diario vivir, al que se afrontan en los trabajos, universidades e incluso, en sus núcleos familiares donde tienen un papel preponderante.

La Pastoral Juvenil de la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe del municipio de La Lima en el departamento de Cortés, realizó una jornada juvenil parroquial en las instalaciones de la sede de esta comunidad muy activa. La jornada consistió en un campeonato rápido de futbolito que se llevó a cabo en el gimnasio del ‘’Guadalupano’’, reuniendo a diversos muchachos, que entrelazaron su fe con el deporte.

Se tuvo lugar para la proyección de una película con pizza incluida, con la idea de involucrar los gustos de la juventud con la fe católica. El momento culmen de la jornada fue la celebración de la Santa Misa, donde se mencionó que “es importante dedicar tiempo a los jóvenes para conocer su forma de ser y de pensar en los actuales tiempos que vivimos. Sólo acercándonos a la realidad del joven, sin prejuicios, es que los vamos a comprender y, de esa manera, atraerlos al encuentro personal con Jesucristo” expresó el padre Luis Estévez, Párroco de la comunidad Nuestra Señora de Guadalupe de La Lima.

1 Acompañamiento

De esta Jornada Juvenil Parroquial, se pueden sacar muchas enseñanzas, pero una de ellas es la compañía oportuna y certera de los laicos y sacerdotes con los jóvenes para mostrarles luces y herramientas para vencer tentaciones y seguir al Señor.

2 Encomienda

Además de momentos de diversión y compartir, en esta Jornada Juvenil Parroquial de la Parroquia Guadalupe, se tuvo la oportunidad de ofrecer las oraciones por los jóvenes y sus anhelos, para que Dios siempre les acompañe y escuche.

San Pedro Sula se desbordó en fe y devoción por su santo patrono

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La Solemne Eucaristía en honor a San Pedro Apóstol fue presidida por Monseñor Luis Solé, Obispo Emérito de Trujillo, acompañado del clero arquidiocesano. La celebración fue animada por el coro polifónico de la Arquidiócesis de San Pedro Sula dirigido por el Padre Matías García.

Mensaje

Monseñor Solé, en su homilía mencionó: “es mucha la riqueza que San Pedro y San Pablo han aportado a nuestra iglesia y mucha riqueza el ejemplo de sus trabajos apostólicos que culminaron con la entrega de su vida con el martirio en Roma’’, La fe de Pedro, continuó diciendo Su Excelencia, ‘’es el fundamento de la fe de la Iglesia, sobre el único fundamento que es Jesucristo’’.

Jesús le pide a Pedro pastorear las ovejas, que significa dar la vida por las ovejas, alimentar las ovejas enriquecerlas con la fe, pero solo con el amor Pedro va a lograr cumplir la misión que Jesús le encarga, y nosotros igual sólo con amor podemos seguir la misión que Dios nos encarga como discípulos suyos’’; en este marco, también recordó al ‘’Apóstol de los gentiles’’, mencionando que ‘’Pablo también lo deja claro en la primera carta a los Corintios donde afirma según él, el don que Dios me ha dado como arquitecto externo, puse el cimiento y otro sigue construyendo, que cada uno se fije como construye ya que nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto que es Jesucristo”.

Signos

Dentro de la celebración se realizó el envío de los delegados de Cáritas de Alemania, Colombia, Brasil y Honduras, dando la bendición y entregando las cruces que llevarán como misioneros. Al finalizar, Monseñor Solé invitó a todos los sacerdotes para impartir la bendición a los hermanos de la arquidiócesis de San Pedro Sula. El festejo continuó con la kermés y el gran bingo parroquial. Esta celebración arquidiocesana, se trasladó a la Parroquia San Pedro y San Pablo de la Colonia Planeta en la Ciudad Industrial, donde Monseñor Lenihan, Arzobispo Metropolitano, destacó el valor que los apóstoles tienen para la Iglesia Universal y pidió encomendar cada labor pastoral en su intercesión.

Padre Patricio recibe a embajadora Dogu en ACOES

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Este día, la Embajadora de Estados Unidos ante Honduras, Laura Dogu, realizó una visita a las instalaciones de ACOES, organización dirigida por el Padre Patricio Larrosa. La funcionaria fue recibida calurosamente por el Padre Patricio y un equipo de colaboradores, quienes estaban preparados para presentarle un video resumen de todos los proyectos actualmente en gestión.

Durante su visita, la Embajadora Dogu tuvo la oportunidad de realizar un recorrido por nuestras instalaciones. Este recorrido le permitió conocer de primera mano el funcionamiento de los diferentes equipos de colaboración y comprender la importancia de cada uno en el ámbito educativo.

La comunidad expresó su alegría al poder compartir sus experiencias y dar a conocer el enfoque de su proyecto, cuyo objetivo principal es brindar una educación de calidad. La visita no solo sirvió para estrechar lazos, sino también para resaltar el compromiso compartido de trabajar por un futuro mejor.

Agradecemos a la Embajadora Laura Dogu por su disponibilidad e interés en conocernos, y esperamos seguir colaborando para encontrar soluciones conjuntas que beneficien a nuestra comunidad.

Oración por aquellas personas que han salido del Seminario o Congregación Religiosa

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Señor Jesús,
tú que conoces el corazón de cada uno de nosotros
y que siempre nos guías con tu amor y misericordia,
hoy te pedimos especialmente por aquellos
que han dejado el seminario o una congregación religiosa.

Te damos gracias por el tiempo que dedicaron a discernir su vocación,
por los momentos de oración, estudio y servicio
que ofrecieron con generosidad y entrega.

Te pedimos que los acompañes en esta nueva etapa de sus vidas,
que les des claridad y fortaleza para seguir tus caminos
y que puedan encontrar en ti el consuelo y la esperanza.

Ayúdales a sentir tu presencia en cada decisión que tomen,
y que tu Espíritu Santo les ilumine para descubrir
la misión a la que les llamas ahora.

Que nunca pierdan la fe y el amor por ti,
y que siempre busquen servirte en cada acción diaria,
llevando tu luz y tu paz a aquellos que más lo necesitan.

Señor, bendice sus vidas,
fortalece sus corazones
y guíalos siempre hacia tu amor eterno.

Amén.

La espiritualidad de la sinodalidad en la Iglesia Católica 

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La sinodalidad es un término que ha cobrado mucha relevancia en la Iglesia Católica en los últimos años, especialmente tras los recientes sínodos y las enseñanzas del Papa Francisco. Pero, ¿qué significa realmente la sinodalidad y cómo afecta a nuestra vida como comunidad de fe? 

1. ¿Qué es la Sinodalidad Misionera? 

La sinodalidad misionera se refiere a una Iglesia que escucha, camina y trabaja en comunidad. No se trata simplemente de realizar acciones diferentes, sino de ser una Iglesia diferente, más abierta, inclusiva y participativa. La sinodalidad nos invita a un camino conjunto, donde todos los miembros de la Iglesia—laicos, religiosos, sacerdotes y obispos—colaboran en la misión evangelizadora. 

2. Enseñanzas del Camino Sinodal 

El concepto de sinodalidad implica dejar una huella profunda en la vida de la Iglesia. No es un esfuerzo exclusivo de unos pocos, sino una responsabilidad compartida por toda la comunidad eclesial. A través del camino sinodal, aprendemos que la Iglesia es más efectiva cuando trabaja unida, escuchando y respondiendo a las necesidades y desafíos de todos sus miembros. 

3. Raíces y Traguardo de la Sinodalidad Misionera 

La Iglesia, antes de actuar, necesita configurarse como una comunidad sinodal y misionera. Esto implica un cambio de perspectiva: pasar de una visión individualista a una visión comunitaria y misionera. La sinodalidad nos ayuda a entender que la verdadera misión de la Iglesia es ser inclusiva, acogedora y constantemente en salida hacia los demás. 

4. Transformación de la Pregunta Sinodal 

Una de las transformaciones clave en la sinodalidad es cambiar nuestra pregunta de “¿Qué debemos hacer por la Iglesia?” a “¿Quiénes estamos llamados a ser como Iglesia?”. Este cambio de enfoque nos invita a ver nuestra fe no solo como un conjunto de acciones, sino como una identidad compartida y una misión común. 

Reflexión | ¿Hasta cuándo?

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Platicando con alguno de los hermanos mayores de la Parroquia en estos días, y cuando digo mayores no sólo me estoy refiriendo a su edad, sino y sobre todo a su experiencia, me decía con profundo dolor y sin ningún afán de ofender, que los políticos de nuestro país son lo peor que le puede haber pasado a Honduras. Iba yo a abrir mi boca para opinar, cuando caí en cuenta que no tenía argumentos para poder decir siquiera que su opinión estaba lejos de la realidad. Lo cual claro, no quiere decir que no haya habido personas lo suficientemente dignas para aspirar a cargos que representasen para ellos y para todos, la búsqueda del bien común y no la búsqueda del bien de los de su propio grupo, familia o facción política.

Duele muchísimo pensar que no podemos encontrar una solución viable mientras quienes nos lideran sean incapaces de actuar de manera ética. Es más, casi me atrevería a decirles que no entienden lo que esa palabra significa. No hay conciencia, no hay ética, no hay amor sincero por el país. En estos días nuevamente se ha activado uno de esos circos en los que al acercarse las fechas de las elecciones primarias, y no digamos incluso la generales, tenemos que sufrir tanto. Lamentablemente nos hemos vuelto increíblemente conformistas, al creer que los comentarios que se hacen en las publicaciones de las redes sociales, son reales reacciones o son divertidos, cuando realmente son inmensamente preocupantes.

No es un asunto de pensar o creer que la gente que opina en esos comentarios se está desahogando. El verdadero problema es que nos estamos ahogando en ese afán de ofendernos, señalarnos y condenarnos los unos a los otros. El verdadero desahogo debería de proceder el saber que algo se está haciendo en bien de todos y no sólo de unos pocos. Nuevamente, el fanatismo y la falta de consistencia, entre lo que se dice y lo que se hace, nos está llevando a un nuevo despeñadero. Hay un salmo que me encanta muchísimo, admito más cantado que hablado, que dice: “¿hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándonos?” Pero la verdad no es que Dios nos ha olvidado, sino que nosotros lo hemos olvidado a él. Lo más que muchas veces hacemos, y sobre todo es odioso en boca de los malos políticos, se le invoca de manera cobarde e incoherente.

El problema real del salmo es que termina preguntándole a Dios: “¿hasta cuándo, Señor, va a triunfar mi enemigo?” El problema, insisto, es que pareciera que somos enemigos de nosotros mismos. Y aunque es cierto, que en muchos lugares se repite un poco la historia que, al escuchar a hablar a los habitantes de esos países, se refieren de manera negativa a su vida y a sus gobiernos, pero en el caso nuestro, no es una sencilla quejadera, es verdad. Así que mi oración hoy al Señor es: ¿hasta cuándo, Señor, vamos a seguir quejándonos? Basta de excusas y dejemos de pagarles a los payasos del circo para construir verdades.

Editorial  |Nuestra voz |Las vocaciones son un llamado de amor y entrega

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El Papa Francisco en su sexagésima primera (61) jornada mundial de la oración por las vocaciones bajo el lema: “Llamados a sembrar la esperanza y a construir la paz” realizada el 21 de abril de 2024, dijo: “Cada año la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros, su pueblo fiel en camino, para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida. Escuchar la llamada divina, lejos de ser un deber impuesto desde afuera, incluso en nombre de un ideal religioso, es, en cambio, el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro”.

“Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive” y para los jóvenes, sabemos que una de las grandes decisiones que tomarán en esta etapa, es en relación a su vocación en donde se encontrarán como muchas opciones y posibilidades, en un mundo que ha perdido los valores en la familia, en las relaciones humanas y la religión.

Como adultos, necesitamos guiarlos a la oración y ayudarlos a tener a Dios en cuenta en sus decisiones cotidianas porque Él no es ajeno al deseo y al interés de los jóvenes, respetándolos para que sean ellos quienes persigan los sueños y anhelos que Dios ha puesto en sus corazones, utilizando la fe genuinamente. ¿Cómo podemos ayudar a los jóvenes a aprender a diferenciar entre el llamado general que todos tenemos que es el amar a Dios, al prójimo y ser los hijos amados de Dios, del llamado específico para el cual fueron creados, o sea, los dones que dejarán una contribución única para este mundo? Debemos guiarlos a profundizar su relación con Dios, para que puedan ver el mundo como él lo ve y prestarle atención al Espíritu Santo a medida que él dirige sus intereses en medio de todo el proceso.

Los jóvenes necesitan de líderes que les ayuden a entender que ellos pueden cambiar o refinar su vocación a lo largo del camino porque algunas cosas en la vida, incluyendo el discernimiento adecuado en cuanto a las vocaciones, salen a la luz a medida que se entra en el proceso de clarificar el “llamado”; de tal modo, que necesitan ser guiados a vocaciones significativas, aplicando las Sagradas Escrituras a sus intereses profesionales o a su vida diaria, tanto si el llamado es a la vida matrimonial, a la vida religiosa o al sacerdocio. Por lo tanto, a pesar de nuestras imperfecciones, Dios continúa llamándonos a servirle a través de una vocación específica. Cada persona tiene una vocación de amor y entrega y saber responder a la llamada de Dios depende de la disposición a escuchar para descifrar la voluntad de Dios.

Monseñor Miguel Lenihan, “San Juan Bautista modelo de humildad y valor”

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Cada 24 de junio, la parroquia San Juan Bautista de Río Lindo, Cortés, celebra su fiesta patronal en honor a su santo patrón, San Juan Bautista. Este año, Monseñor Miguel Lenihan visitó la parroquia y presidió la Santa Eucaristía, donde 48 jóvenes realizaron el Sacramento de la Confirmación.

Fiesta

La Santa Misa fue concelebrada por el párroco de esta comunidad, el Padre Héctor Banegas, por el Vicario parroquial Padre Roberto González y los presbíteros Edil Guevara y Augusto Oajaca; también acompañaron el seminarista en bienio pastoral Bryan Guerra, Nahún Membreño, de III año de Teología y los seminaristas menores Tony Pérez, Jaime Cortez, Ángel Sánchez y Jonny Peña. Monseñor Miguel en su homilía destacó “La vida y misión de San Juan Bautista como un hombre humilde y justo que preparó el camino para la llegada de Cristo.

Su nacimiento fue extraordinario, similar al de Jesús, y su vida se caracterizó por la predicación del arrepentimiento, la conversión y la justicia. San Juan Bautista vivió de manera austera, enfrentó a los poderosos de su tiempo y tuvo el privilegio de bautizar a Jesús, destacándose como un modelo de humildad y valor”, destacó el arzobispo de San Pedro Sula.

Invitación

En su mensaje a los confirmandos, el Monseñor Miguel Lenihan, les instó a seguir el ejemplo de San Juan Bautista, siendo testimonio de Jesucristo y participando de los grupos de la Iglesia. Al finalizar la Santa Eucaristía, la comunidad parroquial compartió gratos momentos con su pastor, teniendo presencia de actos culturales y presentaciones de danza folclórica.

La fiesta continuó el lunes 24 de junio, día de San Juan Bautista, la comunidad parroquial se reunió nuevamente en una Eucaristía que fue oficiada por el decano de la zona, padre Natael Perdomo. La comunidad parroquial de San Juan Bautista en Río Lindo reafirmó su fe y oración para pedir la intercesión de su patrono.

Francisco: El Reto de Conjugar Evangelio y Constitución  

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Durante el Ángelus dominical, al concluir la misa concelebrada en la Plaza de la Unidad de Italia en Trieste, el Papa Francisco dirigió un mensaje a “todos los pueblos que sufren a causa de la guerra”. En esta ciudad, ubicada en la intersección entre Europa occidental y los Balcanes, el Papa destacó el desafío de “equilibrar apertura y estabilidad, acogida e identidad”. 

En su oración del Ángelus, el Papa Francisco mencionó a Ucrania, Palestina e Israel, Sudán, Myanmar, y otros pueblos afectados por la guerra. Desde Trieste, el Santo Padre invocó a la Virgen venerada en el Santuario del Monte Grisa y aseguró sus oraciones por los presos, los enfermos y los migrantes. Describió a Trieste como una “puerta abierta a los migrantes” y un lugar con “vocación de acercamiento entre pueblos diferentes”: 

“Es un puerto crucial en la encrucijada entre Italia, Europa central y los Balcanes”, expresó el Papa. 

Manteniendo los “papeles en orden” 

En la clausura de la 50ª Semana Social de los Católicos en Italia, el Papa Francisco destacó el reto tanto para la comunidad eclesial como para la sociedad civil de “conjugar apertura y estabilidad, acogida e identidad”. 

“¡Tengan los ‘papeles en orden’ para enfrentar este reto! Como cristianos, contamos con el Evangelio, que da sentido y esperanza a nuestras vidas; y como ciudadanos, tienen la Constitución, una ‘brújula’ fiable para el camino de la democracia”, señaló el Papa. 

Dignidad sin concesiones 

El Papa concluyó su mensaje alentando a todos a avanzar “sin miedo”: “Sin miedo, abiertos y firmes en los valores humanos y cristianos, acogedores, pero sin concesiones sobre la dignidad humana. Con esto no se juega”, subrayó el Papa Francisco. 

Homilía del señor Arzobispo para el domingo XIV del tiempo Ordinario

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En el Evangelio de hoy nos admira la incomprensión respecto a Jesús de su propia gente en la sinagoga de Nazaret. Anteriormente Ezequiel nos dice en la primera lectura que el Espíritu entró en él y su vida se convirtió en un instrumento de Dios. Recordemos que el propio Jesús, en otro momento similar, también se presenta movido por el Espíritu Santo. El profeta -cuánto más el Mesías- está movido por el Espíritu Santo.

Pero hay un detalle importante: para poder reconocerle, también los que lo ven necesitan tener ese mismo Espíritu. Jesús es Dios, pero sus vecinos, por falta de fe, no le reconocen como tal, no escuchan con reverencia sus palabras ni aceptan el valor salvífico de sus obras. En definitiva, les falta la luz interior del Espíritu, el cual no se concede por “derechos adquiridos”, sino por una disposición humilde y sencilla. Es decir, sin la fe de los oyentes, el anuncio de la salvación no encuentra recepción adecuada. Por ello Jesús saliendo de Nazaret, recorría las aldeas de los alrededores, movido por el deseo de ser escuchado y aceptado.

Alguien ha definido este santo deseo como “la búsqueda del creyente” por parte de Dios. Lo que nos plantea el evangelista es la sorprendente “normalidad” de Jesús. O como se dice también, la “revelación de Dios en lo ordinario”. De hecho, lo extraordinario, en este caso el milagro, no es posible, no por culpa de Jesús, sino por la falta de fe de los suyos. Es la fe la que propicia lo extraordinario, y no al revés. Curiosamente, la tendencia de las últimas décadas en algunos católicos es a remarcar elementos devocionales, revelaciones personales, supuestas manifestaciones sobrenaturales… es decir, una tendencia a remarcar lo llamativo para fortalecer la fe. Pero, cuando pedimos a lo “extraordinario” que se haga ordinario, en verdad lo que hacemos es negar el valor santo que la vida diaria de cada bautizado puede adquirir por la gracia de Dios.

En el fondo negamos el “misterio de la debilidad” que es el elegido por Jesús. Él escoge una forma sencilla mientras nosotros, movidos por la exaltación del poder humano, buscamos entre los grandes al que eligió hacerse pequeño. Camino equivocado. Esta tendencia, que toma diversas formas, considera la vida diaria de las personas -normales como nosotros- “lugar insignificante para la fe”. Como decimos, justo lo contrario de lo que encarnó y enseñó Jesucristo: las pequeñas cosas de la vida son muy importantes para las personas y también para Dios.

Los relatos evangélicos, tantas veces, nos muestran a Jesús hablando y actuando de forma sencilla y humilde. La clave de comprensión, como decíamos, es el Espíritu Santo, el mismo que habita en nosotros por el bautismo, y que nos hace capaces de ver lo que otros no ven, creer lo que otros niegan, hacer lo que otros rechazan. En definitiva, el Espíritu Santo nos permite compartir y aceptar con Cristo la lógica de la cruz, es decir, la cercanía y el amor de Dios que se hace débil por nuestra salvación.

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