HOMILIA DEL SEÑOR ARZOBISPO PARA EL IV DOMINGO DE ADVIENTO

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Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. (Lc. 1, 26-38).

 Estas palabras, dichas a María, están destinadas a toda la Humanidad y a cada uno de nosotros, hoy: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo…”

María, es una joven de Nazaret, un pueblo insignificante en todos los aspectos: lejos de Jerusalén, en una zona medio pagana, en una región subdesarrollada. A pesar de este contexto, este momento divide la historia. Si, este saludo del Ángel es también para todos nosotros a las puertas de la Navidad: “Alégrate, llena de gracia…

Alégrate, llena de gracia.”  “Alégrate” es la primera palabra de Dios a toda criatura al entrar en nuestra historia. En medio de estos tiempos que a nosotros nos parecen de incertidumbre y oscuridad, llenos de dificultades, lo primero que sorprendentemente se nos pide es no perder la alegría. Sin alegría el mundo es más oscuro, la vida se hace difícil y dura. No es una alegría engañosa, es una alegría fundada en la certeza del amor de Dios, de sentirnos amados por Dios.  La alegría del cristiano no se compra, no la perdamos tampoco en las dificultades.

Y el ángel añade: “El Señor está contigo”. Es la experiencia fundamental de la vida humana. “El Señor está contigo, no está lejos, ha entrado en tu casa, en tu intimidad, no te abandona ni te abandonará nunca. Hay una Presencia en nuestro interior que nos acompaña siempre. No vivimos solos, perdidos en el mundo, abandonados a nuestras fuerzas. Este es el secreto de la Navidad que vamos a celebrar: Que Dios esta con nosotros y podemos vivir con esperanza.

Ella se turbó ante estas palabras”. Realmente fueron un choc para María estas palabras, quedó impactada, desconcertada a nivel de cabeza…son demasiadas impresiones para una muchacha joven.

Por eso el ángel le dice: “no temas, María”. No tengas miedo ante tu misión: son muchos los miedos que pueden despertarse en nosotros. Lo que necesitamos es confianza, y luz para caminar. Siempre que Dios irrumpe en nuestra vida nos llama por nuestro nombre, nos ama y nos dice: no temas”. Él nos libera de nuestros miedos y despierta en nosotros una gran confianza.

Has encontrado gracia”. No solo María, también nosotros podemos decir que hemos encontrado gracia; todos vivimos y morimos sostenidos por la gracia y el amor de Dios. La fe en Dios no es una receta para resolver los problemas diarios. Pero todo es diferente cuando uno vive buscando en Dios la luz y la fuerza para avanzar.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo” …  Es evidente que ella tiene que pensarlo. María se siente conturbada ante la sorpresa de que Dios se haya dirigido a Ella y por eso pregunta: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. A través de María, una mujer sencilla, Dios se introduce en nuestra Historia. Al preguntar María: ¿cómo será eso?, expresa su dificultad ante Dios.: “no conozco varón” (no vivían juntos) …

Y la respuesta del ángel es: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra”. El Espíritu, es decir, la fuerza del amor de Dios actuará en tu seno. Lo imposible se hará posible. Nosotros también necesitamos recordar que el Espíritu nos cubre como una nube con su sombra. Su Presencia está en nuestra vida. Necesitamos renovar nuestra confianza en Aquel que nos sostiene y con quien es posible un nuevo comienzo, un renacer de nuevo.

María responde: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. María empieza diciendo aquí estoy, para así comprometerse con el cuerpo entero, con alma y vida, poniéndose en manos de Dios. María colabora diciendo “sí”. Dios no se impone, no avasalla, sino que necesita de nuestra libertad, de que aprendamos a elegir bien. María da un sí a Dios. El sí de María, se ha continuado a lo largo de los siglos en la comunidad de Jesús. Cada uno de nosotros, hoy, podemos escuchar el mismo anuncio del ángel y somos invitados a contestar también , a recibir a Dios en nuestra propia vida.

Vamos a celebrar estos días la Navidad. Pero tenemos que preguntarnos si el protagonista de la Navidad es Jesús o el protagonista es el “dios-consumo.”. Hoy, nos preguntamos cada uno ¿Acaso estamos olvidando el verdadero significado de la Navidad? Sin Jesus no hay Navidad. Si quitamos a Jesús, ¿qué queda de la Navidad? Una fiesta vacía.

Que en esta Navidad acojamos a Jesús, el Señor que viene a nosotros. Y pidamos también por cuantos tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en la soledad, en el paro, en la enfermedad del covid, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios a través de nuestra solidaridad.

Hoy podemos decirle: “Señor Jesús, tenemos necesidad de Ti, que conoces los deseos de nuestro corazón. ¡Ven y permanece con nosotros, Señor! ¡Que la alegría de tu Navidad llegue hasta los últimos rincones de la tierra!

                                       

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