Este día, Su Santidad el Papa Francisco ha dirigido algunas palabras a todos los jóvenes y a la feligresía en general, por motivo de la Jornada Mundial de la Juventud próxima a realizarse en la ciudad de Lisboa el año que viene.
Dentro de su mensaje, el Santo Padre enfatiza en la figura de María, quien en su juventud escuchó y atendió al llamado del Señor para ser la madre de su hijo único, Jesucristo. Tras la anunciación, “confió plenamente en el Señor” y en vez de sentarse y a llenarse de preocupaciones, buscó a Isabel, su prima que estaba en mucha necesidad.
Con este ejemplo nos llama a reflexionar en como actuamos nosotros ante las adversidades que presentan los más necesitados. Si bien no es posible resolver todos los problemas del mundo, el Papa nos insta a buscarle solución a las malas situaciones que tenemos más cerca.
El Santo Padre nos presenta un mundo actual que vive “de prisa”, pero explica que “la prisa buena siempre nos empuja hacia arriba y hacia los demás. También existe una prisa que no es buena, como por ejemplo la que nos lleva a vivir superficialmente”. Con esto, ante las necesidades de los menos favorecidos, vayamos con prisa a actuar y ayudar. Asimismo, por la misma prisa, no vivamos ni atendamos a los demás de manera desentendida y sin compromiso, sino que busquemos darnos del todo al prójimo.
Como Isabel que se llenó del Espíritu Santo al encontrarse con María y con Jesús, nosotros debemos alegrarnos y encontrar esa paz al estar ante la presencia del Señor. El Santo Padre ofrece para los jóvenes, en su mensaje, a Cristo mismo. “¡Mi mensaje para ustedes, jóvenes, el gran mensaje del que es portadora la Iglesia, es Jesús! Si, Él mismo, su amor infinito por cada uno de nosotros, su salvación y al nueva vida que nos ha dado”. Junto a esto también se expresa de María como “el modelo de como acoger este inmenso don en nuestras vidas y comunicarlo a los demás”.
Al finalizar su mensaje, el Papa desea que la próxima JMJ sea para los jóvenes motivo de “volver a experimentar la alegría del encuentro con Dios y con los hermanos y hermanas.” Tras años de confinamiento, por fin la juventud del mundo podrá reunirse, con Jesús y María, en un abrazo fraterno.