La noche del 6 de febrero, Keyla Martínez, joven estudiante de la carrera de Enfermería, de 26 años, fue detenida en la ciudad de La Esperanza, por violar el “toque de queda”, horas después la joven pierde la vida bajo custodia de la Policía Nacional, siendo asfixia mecánica, el resultado de la autopsia ejecutada por el Ministerio Público.
Una tragedia que se suma al dolor por la muerte violenta de otras tres mujeres en menos de 72 horas. Keyli Hernández Castañeda, Alda Flores y Leonor Cálix fueron asesinadas en distintas zonas del país, engrosando la ya interminable fila de mujeres víctimas de feminicidio.
¡Nos queremos vivas!
Ese es la exigencia que se da desde el sector que en las últimas horas se ha visto con mayor vulnerabilidad, según las defensoras de sus derechos.
Según la fiscalía de protección a la mujer, estos escenarios se dan con mayor frecuencia en los hogares hondureños, donde existe una cultura de violencia intrafamiliar.
Durante el año pasado, el Centro de Estudio de la Mujer, registró 321 muertes violentas de mujeres, 229 de las cuales durante la suspensión de garantías constitucionales en el marco de la pandemia, según lo informado por la organización, de igual forma aseguran que son casi 6, 300 los feminicidios registrados en menos de dos décadas.