Dios elige para su servicio a los que Él quiere, pero también espera una respuesta generosa, decidida y valiente, especialmente en aquellas vocaciones mal llamadas “tardías”, porque estas personas tienden a tener responsabilidades, ya generan ingresos, son independientes y despojarse de todo esto es mucho más complicado. Este tipo de situaciones las experimentó en su vida Fray Agustín Lara, porque Dios lo llamó a su ministerio ya en la adultez.
Origen
Es oriundo de Toluca, México y desciende de una familia numerosa, es el quinto de ocho hermanos. Desde pequeño asiste a la Iglesia y fue parte del movimiento Scout. Debido a la situación económica durante su juventud, le tocó estudiar y trabajar al mismo tiempo. Se decidió por sacar contaduría en el colegio y luego, con mucho esfuerzo, también terminó su carrera universitaria en este mismo campo. Enseguida comenzó a laborar en este rubro y poco a poco fue consolidándose, siempre teniendo una vida espiritual y comunitaria.
Noviazgo
Él se denomina serio en este sentido. Tuvo una sola novia con la que anduvo cuatro años, de hecho, Fray Agustín confiesa que hasta planes de compromiso hubo para que se consumará el sacramento del Matrimonio, pero Dios tenía otros planes para su vida. Fueron varios factores que influyeron en este cambio, entre ellos, la muerte de su papá, la vivencia de un Cursillo de Cristiandad, su compromiso en la Renovación Carismática, un viaje a Medjugorje y a Roma. Todo esto, le dejaba “una espinita” que le indicaba que hacía falta algo más.
Llamado
Las inquietudes sobre su vocación surgen teniendo ya 32 años. Y fue en ese viaje a la ciudad eterna, que conoció a un sacerdote mercedario que lo invitó a conocer esta orden. Tras su regreso a México, comienza el discernimiento y allí tiene que optar por Dios liberándose de todo, algo que no era fácil, porque ya tenía su trabajo bien establecido que generaba sus ingresos, aparte confiesa que tenía carro nuevo y un cuantioso contrato por desarrollar, pero Dios tenía algo más grande para él.
Servicio
Su proceso de formación lo realiza en diversos seminarios en México, primero la filosofía, de allí el noviciado y seguidamente la teología. También, por su carisma, empieza su labor en los centros penales, para la atención de los privados de libertad. “Lejos de acusar, ahora nos toca redimir” fue uno de los pensamientos que le inspiró a realizar esta misión. Siendo diácono, su primera labor fue en el seminario menor de su comunidad religiosa. Luego como sacerdote, continúa en México por un corto tiempo y después, la providencia lo envía a Honduras, en donde lleva varios años como Párroco en la comunidad Sagrada Familia y capellán de la Pastoral Penitenciaria de la Arquidiócesis de Tegucigalpa.