Un apóstol de la niñez y los privados de libertad

El Padre Maximiliano Orellana, cumple este 5 de junio 50 años de un ministerio sacerdotal dedicado a los niños y jóvenes en riesgo social

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La historia vocacional del Padre Maximiliano Orellana, se caracteriza por ser una vida entregada por los demás, especialmente por los niños y aquellos que sufren en las cárceles. Conoceremos el recorrido de este presbítero que está cumpliendo 50 años de servicio sacerdotal.

Vocación

Al recordar su infancia, suspira, porque recuerda como fue compartir con sus 18 hermanos. “Era todo un kínder. Mi madre, en aquel momento, nos tuvo seguidos” confesó. Aunque nació en el Progreso, Yoro, se trasladó con su familia a la Libertad, Comayagua y allí fue donde creció junto a sus hermanos. El presbítero, desde muy pequeño, quiso entrar al pre seminario, pero su padre no aceptó en un primer momento y le matriculó en una escuela pública. Cuando cursaba el sexto grado, le insistió a su papá, logrando conseguir el consentimiento para entrar con los padres Somascos al pre seminario. Se traslada a El Salvador, en donde cursó sus estudios secundarios.

Niñez

El Padre Max recuerda que fue enviado a Milán para estudiar la filosofía y la teología la concluyó en la capital italiana. Recibe allí un cinco de junio de 1971, en la Catedral de San Ambrosio, la ordenación sacerdotal. Celebró su primera Misa en la Libertad, Comayagua. Le tocó servir como religioso en México, Guatemala y Honduras. Su principal labor era la educación de la Juventud, por la espiritualidad de los Somascos. Al llegar a Honduras, se incorpora a trabajar de lleno a la Arquidiócesis de Tegucigalpa e inicia su labor con Sor María Rosa en la sociedad Amigos de los Niños. “Estoy con ellos, casi después de 6 años de la fundación de esta obra”. También acompaña a los infantes de la Villa de los Niños y las Niñas, así como los estudiantes de la escuela carmelitana.

Jóvenes El presbítero tiene 81 años, pero su corazón sigue siendo joven. Es por ello, que siempre se muestra cercano a los jóvenes. Recuerda como en 1,982 realizó con un grupo de muchachos una peregrinación hacia Esquipulas que duró 16 días. En estas caminatas juveniles, siempre camina al frente portando la cruz. En la última peregrinación desde la Catedral hasta la Basílica de Suyapa, con motivo de la feria nacional en honor a la Virgen de Suyapa, el presbítero cargó la cruz por una razón muy especial. “No quise compartirla porque es un agradecimiento al Señor que me salvo la vida” apuntó.

Cárceles Otra de las pasiones del presbítero es la atención a los privados de libertad. Aunque pertenece a la Arquidiócesis, “mi espíritu sigue siendo Somasco. Ahí aprendí a querer la obra de huérfanos y la juventud abandonada, Por eso tengo pasión por los

privados de libertad desde 1974, aunque no quiera, el espíritu Somasco me lleva allá. Tengo una pasión por esta obra, ya que muy pocos ministros quieren ir a trabajar allí en las cárceles” finalizó.

Conozca al Padre Maximiliano Orellana

Ingresó a los 12 años a la comunidad religiosa de los padres Somascos. Fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1971 en la Catedral de San Ambrosio. Ha servido en las parroquias de Talanga, Vallecillo, San Pablo de la Cruz y Nuestra Señora de Suyapa.

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