La misa de este martes fue oficiada por el padre Cecilio Rivera vicario de la Basílica su homilía la inició “Estos son mi Madre y mis hermanos, con estas palabras Jesús culmina la enseñanza a los discípulos el discurso apostólico que San Mateo ha iniciado desde el capitulo décimo y es clara la intención del maestro”.

El Padre Cecilio sostuvo que “entrar en su seguimiento incluye asumir la vida fraterna, es poner en práctica el primer mandamiento amarás a tu señor tu Dios con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo, es vivir la fraternidad”.

Lo primero que debemos tener presente, aseguró “es que en la verdadera fraternidad hay un riesgo, porque implica superar la falsa idea cristiana de que hemos amado al prójimo, cuando no le hemos hecho nada malo, si no le hacemos nada malo es un paso, pero estamos pequeños todavía”.

De hecho el amor cristiano del prójimo, no alcanza su verdadera esencia sino cuando, ya nosotros nos acercamos a la persona, nos acercamos al hermano, sin hacer cálculos, cuando amamos sin esperar recompensa, pregúntese usted en casa ¿he amado yo alguna vez sin haber encontrado resonancia, recompensa, reconocimiento autosatisfacción de ese amor?

Lo segundo es la fraternidad en comunidad, hoy en día dijo gracias a que las intercomunicaciones es más fuerte a los medios de comunicación, puede haber una fraternidad mucho más intensa que antes, esto significa llevar juntos el peso de la vida, sobre todo el de los hermanos que sufren la soledad, que se sienten decaer que no hay fuerzas para continuar allí está la comunidad para sostenerlo.

El Sacerdote expresó que un tercer aspecto de la fraternidad cristiana es que tiene que ser confesante y esta es una posibilidad que raras veces descubrimos y aprovechamos, se trata del deber de confesar con alegría y espontaneidad nuestra fe.

Además sostuvo “en estos días cuantos padres de familia les da pena orar con sus hijos, por lo general seguimos actualmente siendo unos individualistas religiosos con mentalidad muy poco fraternal y tenemos la impresión de que lo religioso hay que encerrarlo, en la silenciosa fraternidad del corazón y vivirla a solas, sin decir nada al hermano y a la hermana”.

No podemos callar, que como dice el evangelio sino las piedras hablarán, queridos hermanos formamos una familia en la Iglesia y hoy podemos decir, gracias Señor Jesús, gracias a nuestra Señora que hoy al igual que los discípulos que te escuchaban en aquel tiempo concluyó

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí