“Si el pecador recapacita y se convierte de sus pecados, no morirá” nos dice el mensaje de Mons. Nácher

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En la homilía de Monseñor José Vicente Nácher para el vigésimo sexto domingo del tiempo ordinario y que fue leída en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel por le padre Orvin David Morales, se destacó lo que el Señor Jesús decía “Si el pecador recapacita y se convierte de sus pecados, no morirá”

En el mensaje se nos sigue diciendo que la vida y sus decisiones más importantes están siempre en nuestras manos. Lo que son respuestas humanas no están escritas para siempre, necesitan una respuesta nueva y consciente.

Las enseñanzas dadas a la comunidad están llamadas a ser asumidas interiormente por cada uno. No basta ya un cumplimiento externo, visiblemente constatable, sino una vivencia libre y consciente de la voluntad de Dios. Una vez más, no se trata de “quedar bien” sino de “hacer el bien”. O mejor dicho “hacer bien lo que se nos encomienda”

También se nos recordó, como en la parábola de hoy observamos un padre que envía por igual a sus dos hijos, sin distinción, ofreciendo a ambos la oportunidad de ser parte de su ser y su obrar. Así es Dios, que a todos llama y envía.

Existe en cada uno de nosotros, y por tanto en nuestros ambientes, una compleja contradicción. Un deseo de santidad que admiramos y añoramos, pero por otra una tendencia a la desobediencia del pecado que muchas veces toma la iniciativa en nosotros y nos lleva donde no queremos ir. Sabemos que no podemos seguir los impulsos primarios de la propia satisfacción, fama y comodidad, pero el “viejo Adán” sigue en nosotros, haciéndonos frágiles ante la tentación.

Además, se hizo énfasis en que el pecado en su falsa promesa de vida, adormece a la persona y le hace confiar en él como única opción. Jesucristo vino al mundo a mostrarnos que el pecado no tiene la última palabra, sino que la tiene Él, muriendo y resucitando por nosotros.

Cristo ilumina nuestra vida con su verdad y desenmascara las mentiras de este mundo. Mientras satanás nos dice que no hay remedio, que somos esclavos suyos para siempre, en cambio el Señor, que no desea la muerte del pecador, nos doce que somos libres, y nos pide que cambiemos de conducta.

En el mensaje se nos termina recordando que el arrepentimiento necesita muchos elementos, pero no se podrá dar nunca sin la propia voluntad. Si recapacita y cambia de conducta toda persona puede recibir el perdón de Dios y vivir con Él. Tenemos Esperanza, tenemos un Dios que quiere nuestro bien.

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