Nacida en la región de Darfur, en Sudán, quien siendo aún niña, fue raptada y vendida en diversos mercados africanos de esclavos, sufriendo dura cautividad. Al obtener la libertad, abrazó la fe cristiana e ingresó en el Instituto de Hijas de la Caridad.
Esta mujer era de la filosofía que la verdadera fortuna es conocer, amar y servir a Dios. El nombre “Bakhita” significa “afortunada”.
Bakhita es el nombre que recibió cuando fue secuestrada mientras que fue bautizada con el nombre de Josefina.
Al recibir el sacramento del bautismo esta dijo: “¡Aquí llegué a convertirme en una de las hijas de Dios!”. Se ha mencionado que no sabía cómo expresar su gozo y en su biografía cuenta que en el Instituto conoció cada día más a Dios.
Siendo el 17 de mayo de 1992 beatificada por Juan Pablo II, declarándose su fiesta el 8 de febrero. En esa ocasión el Papa reconoció que ella transmitió el mensaje de reconciliación y misericordia. Bakhita fué canonizada por S.S. Juan Pablo II el 1 de octubre del 2000.
Es considera como un símbolo de África, por su origen; del absurdo del racismo, por su negritud; de las mujeres maltratadas, por la violencia que padeció; de la fe de los pobres, pues su única posesión fue un crucifijo. Su vida es un signo de ya que posee el don de la universalidad.