San Óscar Romero se convirtió desde los inicios de su ministerio en un férreo defensor del pueblo pobre y sobre todo cuando se violentaban derechos vitales como la educación, la vivienda y la salud. Aliento La figura de un santo cercano como San Óscar Romero, encaja de manera perfecta en lo que actualmente vive la sociedad por este escenario que está dejando el COVID-19.
La doctora Iris Laínez, quien ejerce su profesión en La Mosquitia, en el departamento de Gracias a Dios, piensa que ‘’Monseñor se haría uno con el pueblo al igual que Jesús, alzaría su voz y en nombre de Cristo exhortaría justicia para los miles que mueren, padecen y se enferman bajo condiciones inhumanas y no cristianas’’. Este llamamiento no es quizá lejano a lo que a diario se aprecia y que es producto de las afectaciones de la pandemia, el Padre Edwin Henríquez, sacerdote salvadoreño, opina que “Monseñor Romero hubiese velado por el tratamiento médico y una vacuna para todos con el fin que este sea un tiempo también para hacer grandes obras en favor del hermano”.
Pronunciamiento La Hermana Lidia Oseguera, una religiosa Carmelita Misionera de Santa Teresa, manifiesta que “Como gran defensor del indefenso y marginado, San Romero hablaría de los otros virus más dañinos que han golpeado y siguen golpeando a la humanidad, uno de ellos, que ya es una peste y que ha invadido a todos los niveles, es la corrupción”. La Hermana Lidia es salvadoreña y lleva impregnada la espiritualidad del santo en su vida. Ella también afirma que “ante esta pandemia una de las exigencias que él nos pediría sería cuidarnos, pero sin perder la relación humana”.