Al menos 30 jóvenes pertenecientes a los grupos Juveniles de la Diócesis de La Ceiba, atendieron un llamado de Dios que hizo el Presbítero Pedro López, vicario de la Parroquia San Antonio María Claret de esta ciudad, a una experiencia espiritual, siempre observando las medidas de bioseguridad. El joven sacerdote, quien se ha identificado y comprometido con la juventud, ha venido trabajando con los grupos pastorales juveniles, desde hace varios años, sabiendo que ellos son el presente y futuro de la sociedad y de Honduras. “Ellos son la sal de la tierra, quienes dan sabor y alegría a los hogares desde que la pandemia azotó el mundo” dijo el Padre López. La actividad se llevó a cabo en la comunidad de San Juan Pueblo, en un espacio en el campo llamado Finca Laiser.
Cambios
No solamente las pastorales juveniles han sufrido cambios con el acompañamiento del Padre López, sino también en todas las redes, movimientos y grupos de la Iglesia en general. El Padre Pedro, junto con el equipo de laicos comprometidos con la Iglesia, desarrollaron una serie de charlas y reflexiones que causaron emoción, alegría, entusiasmo y aumentaron la fe en cada joven participante. De igual manera los adultos servidores que asistieron a tan emotivo evento, reconocieron que Dios jamás los ha dejado solos. Dentro del retiro se tocó el tema de cómo muchos jóvenes han entrado en la comodidad individual, encerrándose en sí mismos. “Sabemos que la Iglesia no se detuvo, al contrario se multiplico en cada hogar, a través de la tecnología en esta pandemia” dijo el presbítero y agregó que “los jóvenes necesitan la cercanía humana, la camaradería, el contacto físico para salir del proceso invernal”.
