Ante la presencia de los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, el Santo Padre Francisco, comentó el Evangelio dominical, de San Marcos, en donde relata el momento en el que Jesús, saliendo de Jericó, devuelve la vista a Bartimeo: un ciego que mendiga a lo largo del camino.
El Papa Francisco alentó a los fieles y peregrinos a seguir el ejemplo de oración valiente e insistente del ciego Bartimeo, a quien Jesús devuelve la vista cuando estaba saliendo de Jericó. El Santo Padre invitó a todos a rezar a Dios como lo hizo este hombre ciego de tanta fe, según lo informaron los medios locales en la Santa Sede.
“Bartimeo no usa muchas palabras. Dice lo esencial y se confía en el amor de Dios, que puede hacer volver a florecer su vida cumpliendo aquello que es imposible a los hombres. Por esto no pide al Señor una limosna, sino manifiesta todo, su ceguera y su sufrimiento, que iba más allá del no poder ver. La ceguera era la punta del iceberg, pero en su corazón había otras heridas, humillaciones, sueños rotos, errores, remordimientos”. Resaltó al momento de la oración Mariana, el Sucesor de San Pedro, en la tierra.
Siguiendo el modelo y coraje de la oración de Bartimeo, Francisco invitó a todos a rezar como este hombre ciego de tanta fe, repitiendo sus palabras “Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!
El Papa concluyó su discurso invitando a la Iglesia Universal, a seguir el ejemplo de Bartimeo con su fe concreta, insistente y valiente: “Que Nuestra Señora, Virgen orante, nos haga dirigirnos a Dios con todo el corazón, con la confianza que Él escucha atentamente toda oración”. Concluyo el Sumo Pontífice.