TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En un mundo marcado por crisis y conflictos, la resurrección es un claro signo de esperanza, que nos demuestra que nada nos puede separar del amor de Dios, así como el mismo apóstol Pablo lo manifiesta en su carta a los Romanos, (Rom 8, 35-39) “Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada…En todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó”.
Realidades
La Iglesia, especialmente en Latinoamérica, utiliza algunas metodologías en su acción pastoral, para transmitir la buena nueva de la resurrección. Uno de estos mecanismos es el método “Ver, Juzgar y Actuar”, que nos permite conocer la realidad, iluminarla a la luz del Evangelio para tener acciones concretas que den una respuesta efectiva. Inspirados en esta máxima, es importante señalar que, la resurrección debe interpelar estas situaciones y transformarlas. Bien lo advirtió San Juan Pablo II, al hablar de la “Cultura de la Muerte” y cómo esta, se va afianzando en la sociedad.
“La violación sistemática de la ley moral, especialmente en el grave campo del respeto de la vida humana y su dignidad, produce una especie de progresiva ofuscación de la capacidad de percibir la presencia vivificante y salvadora de Dios”. Ante esto, Monseñor José Vicente Nácher, Arzobispo de Tegucigalpa, en un mensaje para todos aquellos que viven con miedo debido a las amenazas contra sus líderes sociales y defensores del territorio, que sufren de esta cultura, les dice que, “A las personas que viven en situación de amenaza real a sus vidas o a su entorno. Y a ellos, especialmente, les transmitimos nuestra esperanza cierta, por supuesto, en la victoria final de Jesucristo, sino también especialmente en que el compromiso por el bien común, por defender la Casa Común, la creación y sobre todo, defender a los hijos e hijas de Dios inocentes, es algo bueno y en lo cual, ustedes están viviendo el Evangelio, ánimo con humildad, pero al mismo tiempo con profunda fe. Fe en el Señor, fe en el Evangelio de Jesucristo, fe en que sus hermanos y hermanas todos los acompañamos”.
Esperanza
El Padre Tony Salinas, Párroco de la comunidad San Juan Bautista de Ojojona, considera que la virtud es aquello que se logra por una perseverancia valiente y decidida de perseverar en algo. “Somos esperanza cuando no nos cruzamos de brazos, cuando no caemos en el pesimismo, cuando no, nos deja abrumar el peso de las tinieblas y del dolor. Por eso la esperanza a la que nos llama la Pascua es una esperanza activa, es decir, que mueve la voluntad, ilumina la inteligencia y nos da ganas de amar y de servir”, apunta. El Presbítero Ricardo Sevilla Chiang, de la parroquia San José Obrero de Tegucigalpa, es del criterio que, nunca tenemos que ponernos a depositar nuestra esperanza en los hombres, como nos dice el salmista, debemos entender la situación que está viviendo nuestro país. Una situación electoral, una situación de un caos social, una situación de inestabilidad política. Es por ello que advierte que “los cristianos católicos tenemos que presentar a Cristo como ese faro de esperanza, recordando de que este es un Dios en favor de los pobres y un Dios que trae la justicia a todos los demás”.
1 Valentía
En un mundo de tantas incertidumbres e inconsistencias, Cristo ha ganado para nosotros el derecho a la paz y la alegría, corramos sin miedo, la verdadera alegría ha triunfado y tiene rostro, el de Jesucristo La resurrección nos lleva a ser testigos de la acción de Dios, para que aquellos que han perdido la esperanza, la recuperen.
2 Pecado
El pecado y su daga, que es la muerte, llegan porque anhelamos ser glorificados en nosotros mismos, es lo que llamamos vanagloria, gloria que se desvanecen porque nos la damos nosotros mismos, eso es el pecado. La gloria no es propia, sino una participación en la de Cristo, dejamos de sufrir, ya que todo pasa a ser gracia.
3 Tarea
Debemos desterrar la cultura de la muerte, el egoísmo y la envidia, y luchar por una mejor Honduras. Dios debe resucitar en nuestros corazones para que como país, luchemos por una mejor nación y está destinada para llegar a los últimos rincones de esta tierra.
TESTIGOS DE CRISTO
El Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 995 enseña que, “Ser testigo de Cristo es ser “testigo de su Resurrección” (Hch 1, 22; cf. 4, 33), “haber comido y bebido con él después de su Resurrección de entre los muertos” (Hch 10, 41). La esperanza cristiana en la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros resucitaremos como Él, con Él, por Él”.