Editorial | Nuestra voz | El Papa Francisco deja una huella difícil de borrar

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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La elección de Jorge Mario Bergoglio el 13 de marzo de 2013 como el papa 266 en la sucesión apostólica, supuso una auténtica revolución; no solo por ser el primer papa jesuita y latinoamericano de la historia de la Iglesia, sino por su estilo sobrio, su renuncia a los lujos del cargo y su elección del nombre Francisco, inspirado en San Francisco de Asís.

Desde el primer momento, su papado estuvo marcado por gestos de humildad, cambios estructurales y un compromiso con los más necesitados, siendo artífice de una profunda renovación eclesial durante sus doce años de pontificado (2013-2025) provocando la transformación de la Iglesia católica, impulsando una reforma de la Curia Romana; dejando a su muerte este lunes de Pascua 21 de Abril 2025, a las 7:35 de la mañana, un legado imborrable de misericordia, de cercanía con los más pobres y la promoción de una Iglesia sinodal.

Durante estos doce años de pontificado hemos sido testigos de un cambio de época en la historia de la Iglesia, al tener como vicario de Cristo a un hombre venido de las tierras evangelizadas por los españoles hace quinientos treinta un años, que imprimió un espíritu más jovial, más optimista, más cercano a pesar de que le toco ejercer su pontificado en medio de un mundo marcado por tensiones políticas, guerras, desigualdad, la crisis migratoria global y los efectos del cambio climático en la vida del planeta, temas sobre el cual mantuvo una voz firme a favor de la paz, el entendimiento interreligioso y la dignidad humana.

Su papado será recordado por haber puesto al ser humano en el centro de la acción eclesial, dejando un legado que continuará influyendo en generaciones futuras y aunque no estuvo exento de críticas, su enfoque empático y abierto al diálogo lo convirtió en una figura escuchada incluso fuera del ámbito religioso.

Fue un cristiano consciente de su deber de encontrar en el pobre al sacramento de Cristo y su llamado a la evangelización y atención a los necesitados no surgió de las teologías de la liberación marxistas, como se le quiso acusar en los inicios; su sensibilidad y compromiso con los excluidos fue la expresión real de un hombre que vino a Europa de un país pobre, con un estilo pobre a recordarle a la Iglesia que Cristo se hizo pobre y que quiere una “Iglesia pobre para los pobres”.

En su primera aparición como Vicario de Cristo, el Papa Francisco pidió que el “el pueblo rezara por su obispo” como una manifestación de la forma diferente como concebía su relación de líder; de ahí que toda su actividad durante los años siguientes evidenció que el pastor acompaña y se deja acompañar por el pueblo de Dios, una expresión tan significativa para el pueblo de Honduras quien siempre recibió muestras de cercanía y afecto, al nombrar entre sus colaboradores al Cardenal Óscar Andrés Rodríguez y últimamente, cuando públicamente, el papa hizo señalamientos sobre la vida de Juan López y el respeto que se le debía al ambientalista, quien luchó por la defensa de la casa común, la tierra.

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