Comenzamos la semana más importante. Hace un año tuvimos que vivir esta Semana Santa de una manera tal que ninguno de nosotros pudo sospechar. Este año, la gracia de Dios y el conocimiento de una mejor manera de manejar la pandemia, nos permite al menos celebrarla con una cierta presencia de fieles. Aún estamos lejos de llegar a celebrarla como lo reclaman los mismos misterios que estamos recordando.
Celebrar la Pasión del Señor este año tendrá un nuevo significado. Han sido innumerables los nombres de personas que llevamos grabados en el alma que ya no están con nosotros. Ellos ya vivieron su pasión, producto de la enfermedad y seguimos orando para que también tanto dolor les haya purificado para vivir su Pascua. Sin embargo nuestro calvario no parece terminar. Me permito enumerar algunas “estaciones” de nuestro Vía Crucis. Primera estación: nuestro pueblo está condenado a muerte. Así parece ser desde que la Pandemia la enfrentamos por un grupo de personas que no escuchan consejo de los expertos. Segunda estación: nuestro pueblo es cargado con la cruz. Bueno…aquí sería mejor hablar de cruces. La cruz de la corrupción, de la impunidad, del narcotráfico, de malas políticos. Tercera estación: nuestro pueblo cae por primera vez. En esta pandemia la primera caída fue cuando el Congreso aprobó millones para manejar la crisis…y creímos que por una vez serían honestos y bien intencionados. Cuarto estación: gracias a Dios el pueblo tiene Madre.
Claro, basta ver la cantidad de gente que sigue yendo cada día a Suyapa. Ella es consuelo, esperanza. Quinta estación: muchos cirineos en Honduras, ayudando a cargar la cruz, con cara de médicos, enfermeras, personal de aseo. Sexta estación: muchas “verónicas” limpiando el rostro cargado de dolor, en forma de madres que no sabemos cómo hacen para seguir adelante, luchando, dando esperanza. Séptima estación: nuestro pueblo cayó una vez más con los más de 90 hospitales prometidos y representados por los tan inútiles hospitales móviles. Octava estación: el consuelo que Jesús sigue dando a los que buscan trabajo, a los que se sienten tentados en abandonar la patria. Novena estación: la tercera caída de nuestro pueblo ha sido con el pésimo manejo de las vacunas y la poca certeza que se tiene de obtenerlas.
Décima estación: un pueblo despojado de la democracia y la justicia, con elecciones fraudulentas. Décimo primera estación: Un pueblo clavado una y otra vez con el aumento de la canasta básica, los combustibles, la energía eléctrica. Décimo segunda estación: Cristo sigue muriendo por la falta de una salud pública digna, por el sicariato, el narcotráfico. Décima tercera estación: con un pueblo que lo perdió todo en las tormentas y sigue descendiendo extenuado de tanto luchar. Décima cuarta estación: con tantos que han muerto y las cifras oficiales siguen lejos de la verdad. Pero como Cristo…nuestra esperanza es que la muerte, la mentira, el odio, la corrupción, no tienen la última palabra.