Este término, tan llevado y tan traído en los últimos años, y que a ratos pareciese que fuese un término nuevo en el seno de la iglesia, sigo convencido que no lo hemos comprendido del todo. La iglesia es sinodal, es decir hablar de sínodo o de sinodalidad es hablar de la iglesia misma, de lo que la Iglesia fundamentalmente es.
Como siempre ocurre en este mundo tan tentado a los sensacionalismos, ahora que se ha hecho saber que el sínodo de este próximo mes de octubre en el que no es la primera vez que participarán laicos, sacerdotes y religiosos, tendrá la novedad que todos los participantes podrán emitir su voto, algunos han puesto el grito en el cielo y otros han cuestionado el carácter democrático del evento. Los medios de comunicación vernáculos y, lamentablemente algunos que se dicen creyentes, han dicho que por primera vez en el sínodo de los obispos votarán los laicos, y lógicamente se han fijado en el hecho qué votarán, incluso, las mujeres.
En primer lugar, el sínodo, es de por sí un órgano consultivo, no deliberativo. No se trata que vayan a votar o no a favor del celibato sacerdotal o del uso del café en la misa, sino que sus conclusiones servirán para mejorar el gobierno pastoral de la Iglesia. Sin embargo, la razón de esta “novedad”, estriba en el hecho que ya no es más el sínodo de los obispos, no es su nombre, ni su realidad.
Por decisión expresa del Papa, ahora es el Sínodo de la Iglesia y supongo que todos entenderemos bien que hay que superar cualquier visión clericalista o episcopalista de la Iglesia. Necesitamos comprender que ser una iglesia sinodal no es sólo asunto de caminar juntos, sino de escucharnos mientras caminamos y sobre todo de ponernos de acuerdo hacia dónde nos encaminamos con la asistencia del Espíritu Santo.
En estos días, escuchando algunos de los comentarios de las primeras reuniones que ha sostenido monseñor José Vicente en nuestra arquidiócesis, quedo sorprendido de escuchar a algunos que dicen que finalmente un obispo se ha reunido con ellos…y me preguntaba ¿dónde estaban cuando fueron convocados anteriormente, cuando se les buscó, de una y otra manera, para que participaran en la vida de la diócesis o de las parroquias?
Cuando yo me rehúso a reunirme o espero hasta que el que está al frente me caiga bien, estoy demostrando que no tengo sentido de Iglesia, que mi grupo es mejor o más importante que todos los demás. Por eso admiro y muchísimo, la manera de proceder del espíritu sinodal de nuestros obispos. Escuchan, responden y proceden, pero pensando en el bien de todos, no en el de unos pocos. Queremos y debemos estar todos, sin ninguna idea preconcebida y con un corazón amplio de Iglesia. Si algo no se ha hecho bien antes, que eso no nos ciegue para reconocer hasta donde llegamos y que ha sido por gracia de Dios.