Reflexión | La voz de los obispos

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Cuando este miércoles pasado terminaba de leer el mensaje de los señores obispos, me quedé preguntando ¿Cuándo tocaría leer el próximo? Partiendo del hecho que se ha estilado que cada vez que hay Asamblea Plenaria de la Conferencia se elabora un mensaje o un comunicado, pues tendría que esperarse algo a mediados de diciembre y ya en el marco de las celebraciones navideñas.

De corazón ruego a Dios que sea así, porque caso contrario, si toca intervenir es porque la crisis política y social detonó de una manera que los que amamos este país no queremos, pero que, sin embargo, si quieren aquellos a los que no les importa otra cosa más que salvar su pellejo. Los obispos una vez más han puesto el dedo en la llaga con su reciente mensaje. De hecho, con solo el título me había quedado sorprendido gratamente: “El bien de Honduras es más importante que el bien de tu partido”.

Aquí está el punto de partida de nuestros problemas. Hace muchísimo tiempo que en nuestro país no se piensa más que de manera egoísta e individualista. A esto también se refieren cuando nos invitaban, una vez más, a superar los “caudillismos” y “clientelismos”. La búsqueda del bien común quedó reducida a frases bonitas escritas en papeles, pero en la práctica alejadas del proceder de los señores y señoras políticas, que han hecho de las luchas partidarias su “modus vivendi”. Honduras ha quedado reducida a un concepto etéreo y sin un norte claro y definido.

Los partidos políticos han sustituido el sentido republicano por un conjunto de seudo ideas en las que lo único que cuenta es blindarse frente a posibles acusaciones futuras por sus abusos, su corrupción. El afán totalitarista que sigue motivando las acciones de nuestras “autoridades”, está llevando al traste con la democracia. Por eso los señores obispos hablan de “rehabilitar la democracia”.

Una democracia que está en estado de coma y a la que sin duda no podemos mandar a los benditos “hospitales móviles”, pero que urge se le haga varias transfusiones de transparencia, equidad y fraternidad. La democracia no puede quedar reducida a ir a votar. La democracia tiene un antes que nos obliga a revisar con lupa a las personas que se postulan a cargos de elección popular. Es sumamente incorrecto que aquí todo se centre en la figura del presidente. Ese presidencialismo es de lo más dañino.

Para el caso basta ver que en estos últimos años el problema ha estado centrado en el manejo del Congreso Nacional. Se elige no solo a un presidente sino a todas las autoridades nacionales y municipales. El ejercicio de la democracia también tiene un después que pasa por la veeduría no solo del resultado de las elecciones sino que pasa por la exigencia del cumplimiento de la ley a todos estos que saldrán elegidos. Honduras es más importante que los partidos políticos.

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