Reflexión-200 años después la educación sigue siendo la clave

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Superada la fecha del 15 de septiembre y después de haber escuchado a muchos sabios y sabiondos con respecto al pasado de nuestra patria, conviene ahora detenerse por un buen momento a reflexionar sobre los retos que nos representan 200 años de historia independiente, al menos nominalmente. Los principios sobre los que se sustentó el proceso independentista quedaron plasmados en el proemio de la Constitución Política de la Federación Centroamericana de 1824.

Cierto que aquella primera Carta Magna se había inspirado en la Carta de Filadelfia y en la famosa “Pepa”, la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812 y por esos su visión era un tanto idealizada pero no por ello menos importante. El Estado se constituía con la intención de lograr la “felicidad de sus habitantes”. 200 años después somos de los países más infelices que existen porque lamentablemente somos muy pesimistas y corremos el riesgo de medir la felicidad con base al disfrute material de algunos bienes.

Procurar la felicidad de los habitantes, creo que debemos reducirlo a cuatro puntos fundamentales: garantizar el acceso igualitario a los servicios básicos, la generación de oportunidades de progreso para todos, la aplicación irrestricta de la ley y la seguridad jurídica. ¿Cómo se puede alcanzar todo esto sin la base de una educación que responda a las realidades y exigencias actuales? Nuestro sistema educativo no solo es malo sino que está desfasado. La insistencia en memorizar tantas cosas nos está llevando a no saber relacionarlas y encontrarles su uso correcto.

Seguimos con programas de estudio que no son adecuados. Es imposible lograr una educación de calidad sin las condiciones mínimas de un ambiente formativo, empezando porque a estas alturas continuamos con escuelas donde hay un maestro para varios grados. Si al menos la mitad de lo que invierten en campañas políticas se destinara a pagar maestros y formarlos mejor, sin duda que tendríamos una esperanza mayor en salir adelante. Un buen maestro hace la diferencia en la vida de sus alumnos.

Muchos buenos maestros hacen la diferencia en una sociedad. Pagarle los sueldos que reciben a un grupo de 128 diputados y sus suplentes para no hacer nada y pasársela amañando picardías es el peor gasto que tenemos en un país tan pobre como el nuestro. Deberían desaparecer los suplentes y deberían reducirse el número de diputados, fue del hecho que hace siglos se debió crear distritos electorales para que dejarán de estar pensando en “planchar” votos. La educación después de 200 años y 200 más seguirá siendo la clave.

Un pueblo educado, más que académicamente, en valores cívicos y con una formación integral es garantía de un futuro mejor. Por eso es indispensable que se sostengan las instituciones básicas de la educación comenzando por la más importante de todas que es la familia. Si le quitamos a la familia su papel protagónico en la formación en valores, lo que tendremos son sociedades resquebrajadas y enfrentadas como de hecho ya lo tenemos. La educación debería de ser la prioridad de cualquier Gobierno que se precie de serlo.

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