La tumba de Domingo Savio, quien es patrono de las mujeres embarazadas tiene una particularidad especial; se encuentra repleta de ofrendados en acción de gracias por su intercesión en el proceso de gestación.
Domingo es uno de los santos más jóvenes de la historia de la Iglesia, murió 3 semanas antes de cumplir 15 años. Cuando llego a los 12, llegó al oratorio de Don Bosco quien lo formó unos años hasta antes de su muerte.
En una ocasión, Domingo le pidió a Don Bosco permiso para ir a su casa debido a que su madre, quien estaba embarazada presentaba algunas complicaciones y él decía que la Virgen quería curarla. Al llegar a su hogar, Domingo la abrazó fuertemente y le colocó en el cuello una cinta verde unida a una seda doblada como si este fuera un escapulario.
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Cuando el médico llegó a revisar a su madre, asombrado notó que se encontraba en perfectas condiciones. Este acontecimiento ocurrió en 1856, la misma fecha que nació su hermana Catalina.
Desde entonces, fue proclamado el santo de las mujeres embarazadas y también de las parteras. Es por ello, que la tumba que está ubicada en la Basílica de María Auxiliadora en Turín está rodeada de “exvotos” como don u ofrenda que los fieles le dedican, en señal de agradecimiento por la gracia concedida.
