Dios siempre tiene un propósito para cada persona, una vocación a la cual todos tenemos que dar respuesta. En la historia vocacional de esta semana, conoceremos el testimonio del Padre Karol Jonathan Hernández, párroco de la comunidad Inmaculada Concepción en la Diócesis de Choluteca. Una vida ofrecida al Señor desde antes de su nacimiento.
Infancia
El Presbítero es originario de una aldea de Apacilagua, proveniente de una familia numerosa, campesina, luchadora y de fervientes servidores del Señor. Tiene una hermana, que es religiosa, con la cual tienen un gran parecido, hasta el punto que muchas personas han llegado a pensar que son gemelos, pero él es 9 años mayor que ella. Él comenta que, desde niño, tuvo el deseo de ser sacerdote, es así como narra que entre las primeras palabras que dijo fueron “Yo quiero ser Padre”. Para asistir a la Misa, que no era tan frecuente en su comunidad, le tocaba caminar tres horas, algo que no era obstáculo, porque pensaba que “Para mí, perderme una Misa, era como perderme el cielo”.
Nombre
Al leer su primer nombre, el primer pensamiento que surge, es el nombre de pila de San Juan Pablo II, pero no es por él que lleva dicho nombre. “Cuando estaba pequeño, era blanco, ojos azules, le preguntaron a mi mamá cómo me iban a poner y ella dijo que como mi abuelo materno, que se llamaba Hipólito, una enfermera le dijo que no, cómo va a arruinar al niño tan bonito, yo le voy a buscar el nombre”. Así fue y le iban a poner Jarol, pero al inscribirlo, el registrador lo anotó como Karol. Una situación que le hizo sufrir en la infancia, ya que sus compañeros le molestaban al decirle que tenía nombre de mujer. En la parroquia le dijeron en un inicio Wojtyla y pensó que era otro apodo, hasta que se dio cuenta que llevaba el nombre de un Papa que ahora es santo.
Vocación
En su adolescencia, le apodaban “el padrecito”, un sobrenombre que no le molestaba, pero si le cuestionó cuando le empezaron a gustar las mujeres, porque las creencias del pueblo era que a los sacerdotes no les gustaban las mujeres. Atento en su discernimiento, continuó con su camino vocacional y a pesar que al inicio no lo aceptaron en el Seminario Menor porque era muy pequeño, perseveró y logró ingresar para ser un sacerdote del Señor.
Pruebas
En la Diócesis de Choluteca, los seminaristas al concluir la filosofía, tienen un año intermedio de pastoral para servir en las parroquias. Al Padre Karol le tocó ir a la Parroquia Espíritu Santo de Monjarás, llegó muy motivado y le tocó vivir una experiencia muy particular. El sacerdote que estaba a cargo de la parroquia, tenía casi 20 años de caminar y decidió dejar el ministerio, una situación compleja. “Fue algo para motivarme, para orar por todos los sacerdotes, los seminaristas y mi vocación. Yo me quedé en la parroquia de encargado, mientras un sacerdote llegaba para celebrar la Misa en ciertas circunstancias. Eso me sirvió para aprender y asumir los retos en la misma misión”, dijo. Actualmente tiene seis años en el ministerio y le ha tocado estar en dos parroquias.
Ministerio
Fue ordenado diácono el 25 de enero de 2013, mientras vivía la experiencia pastoral en la Parroquia San Jerónimo de Goascorán. Sirviendo allí, fue ordenado el 14 de junio del mismo año, como sacerdote. Estuvo un año y medio como vicario y de allí fue nombrado administrador parroquial. Este año, fue asignado como párroco para la comunidad Inmaculada Concepción.