Palabra de Vida: “Y se oyó una voz del cielo”

0
753

Hoy terminamos el tiempo de la Navidad con la fiesta del Bautismo del Señor. El acontecimiento narrado por Lucas y por los otros evangelistas, tiene en el centro “una visión” que los especialistas llaman “una visión interpretativa”. Ella explica el acontecimiento maravilloso y cargado de significado el Bautismo del Mesías, oculto bajo el ropaje de un rito de purificación para los que esperaban su llegada.

Dos elementos caracterizan este relato. El primero es el reconocimiento que los evangelistas hacen de una paloma, símbolo del Espíritu de Dios, que deberá posarse sobre el Mesías, como lo había anunciado Isaías: “Sobre Él es posará el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor” (11, 2). Este señalamiento nos hace comprender después de interpretar el hecho, de que, en Cristo Jesús, se realiza la presencia perfecta de Dios que se revela al mundo, precisamente a través de la efusión de su Espíritu.

Luego, el otro signo es la voz venida del cielo. ¿Qué podría decir el cielo mismo sobre JesúsMesías? Diría: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”, citando el Salmo 2, 7. Los hebreos en verdad solo eran hijos adoptivos de Dios, éste el Hijo, entre todos los hijos, “El Predilecto”, el Unigénito Hijo del Eterno Padre. En Cristo, converge, no sólo la esperanza del Mesías-Rey, hijo de David, sino también la figura del Mesías-Siervo sufriente, ya que en los “Cánticos del Siervo” que, en la primera lectura de hoy, aparece uno de ellos se dice: “He aquí a mi siervo a quien sostengo, he aquí a mi elegido en quien me complazco”. Tenemos, pues, en la escena del Bautismo de Jesús una auténtica catequesis sobre el misterio de Jesús: Mesías, rey, siervo sufriente, profeta y sobre todo Hijo de Dios.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí