Palabra de vida |“Descansen un poco…”

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De las lecturas de este domingo, podemos encontrarnos con un Jesús que invita a sus discípulos, después de las tareas agotantes de la misión, a buscar en Él el descanso. Es pasar del escenario de montes y de pequeños espacios de vida verde poblados de rebaños dispersos, sin metas y pastor, abandonados a la suerte de depredadores y fieras del desierto, hasta en riesgo de caer en precipicios y sobre todo con falta de agua y alimento, a tomar posesión de un lugar seguro para la vida. De esta realidad tan profunda y concreta, la Palabra de Dios, busca llevar al discípulo como a la oveja, al lugar de la unidad que da la fuerza al rebaño, a la armonía que sostiene el andar y a la paz que sosiega el alma y le da felicidad. El Jesús de este domingo tiene una mirada profunda que le hace descubrir que esas multitudes, más que pan para saciarse y curaciones, esa gente tiene necesidad de una voz que los anime; de una palabra que los mueva a la esperanza, de una persona que los ame.

Su respuesta es darles lo que buscan, más allá de lo puramente material, por eso les invita a ir a un lugar alejado y sereno para descansar, asumiendo el desafío del silencio. Esta ley del silencio se vuelve no solo una necesidad psicológica sino una exigencia fundamental del Espíritu.

Imbuidos como estamos del montón de palabras, de sonidos, de emociones, y bombardeados por las imágenes más terribles de dolor o desdicha, poco a poco sin darnos cuenta dejamos de ser dueños de nuestro “yo”, de nuestra intimidad, para ser movidos por las agitadas y ruidosas olas de las aguas revueltas de estos tiempos difíciles.

Hablar de silencio para muchos es hoy por hoy, un lenguaje desconocido. Temen escuchar su voz interior, piensan que quedarían vacíos sin las muchas banalidades que les rodean y por eso prefieren estar rodeados de muchísima gente y de estruendos ruidos, para no concluir que en verdad están tristemente solos y existencialmente vacíos. Hoy hay que tener el valor de decidirse por Jesús, para seguirle allí donde Él quiera llevarnos, seguros de que pasaremos de una religión puramente intimista a una experiencia de fe que nos cambiará rotundamente la vida.

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