Palabra de vida |“Bendito el que Viene”

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Queridos lectores, hoy entramos juntos con la lectura de la Palabra de Dios fundamento de estos días a la Semana Santa. Existía la costumbre de dar la bienvenida con las palabras del Salmo 118,26 a los peregrinos que venían a Jerusalén a celebrar la Pascua: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor. Los bendecimos desde la casa del Señor!”.

Y, es que con la procesión a la que debemos participar, hemos tomado con Jesús la decisión de estar en Jerusalén donde le espera su desenlace de cruz, por lo que preparó el corazón de sus discípulos y el nuestro, a un seguimiento que trasciende las pretensiones humanas, para empezar a gustar la realidad de un Reino inaugurado por el propio Jesús que implica la destrucción de la semilla en la tierra fértil para alcanzar de esa muerte, los frutos de la redención definitiva del hombre, prolongada hasta su regreso por la Iglesia.

Es un domingo que inicia con la entrada alegre de este humilde Mesías, que luego se ve entristecido por una liturgia de la Palabra marcada por un desenlace escandaloso del dolor del inocente junto a su oración de confianza absoluta en Dios. Es por el carácter altamente cristológico de estos días de la Semana Santa, que este Domingo de Ramos tiene todo su contenido bíblico orientado solo y exclusivamente a Él. Los evangelistas vieron en su entrada a Jerusalén un acto profético de su misión mesiánica. Jesús imprime, sin embargo, a su realeza un tono de humildad pacífica y con razón lo proclamaremos con viva vos a este exclusivo peregrino: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor. Lo bendecimos desde la casa del Señor!”. Pero de esta aclamación de fiesta, todo este domingo está dominado por la solemne proclamación de la Pasión según Marcos (cc.14 y 15).

En este evangelio encontraremos 15 escenas que se mueven entre la historia y la fe, para que paulatinamente se vaya desarrollando los acontecimientos trágicos y gloriosos de aquellas horas, dándonos esa fuerza misteriosa contenidos en ellos para la vivencia de una semana en la que más que espectadores pasemos hacer discípulos de este “Siervo de “Yahvé” que carga sobre sus hombres la redención del pecado y la muerte. Así pues con esta narración de la pasión entramos al portal de esta Jerusalén espiritual por la cual tenemos acceso a Dios por su Hijo Jesucristo, “Puerta” de Jerusalén definitiva. Tengan todos, una hermosa y Santa Semana.

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