Una de las parábolas vocacionales más conocidas, es la de los obreros de la viña (Mateo 20, 1-16). Algunos son llamados en la mañana, otros por la tarde y algunos inclusive a última hora. Uno de los aspectos importantes, es la disponibilidad y fidelidad a este llamado, sin importar el momento. Esto se ve reflejado en el camino al sacerdocio del Padre Miguel Castillo.
Inicios Es originario de Tegucigalpa, proviene de un hogar con padres separados y es su abuela quien le transmite la fe. Desde pequeño perteneció al grupo Scout y se considera a sí mismo, una persona tímida, aplicada en los estudios, amante de los libros y que incursionó en el trabajo desde muy joven. En su adolescencia, vivió una crisis existencial, en gran medida por la falta de una figura paterna, según señala. Es allí que conoce el Camino Neocatecumenal al ser invitado a las catequesis preparatorias para ingresar.
Llamado El padre confiesa que, viviendo su experiencia de fe en el Camino Neocatecumenal, inició su proceso de conversión y compromiso con el Señor. En una reunión de jóvenes, al finalizar una charla, les invitaron a levantarse si deseaban entregar su vida al Señor.
Él se levantó, aún sin saber el porqué. Luego, comenzó un proceso vocacional con los sacerdotes de los seminarios Redemptoris Mater, una expresión nacida en el Camino Neocatecumenal. Este camino fue lleno de pruebas, pero, sobre todo, de confianza en el Señor. Después de un año y medio de discernimiento, ingresa a esta esta experiencia sacerdotal. Son más de 110 seminarios en el mundo y le podía tocar cualquiera de ellos, ya que se elige a través de un sorteo a donde les tocará estudiar.
Él fue enviado a Nicaragua. Inició sus estudios en filosofía y luego, según el criterio que se maneja en estos seminarios, fue enviado dos años de misión como itinerante. En este tiempo, primero estuvo seis meses en Israel, en una casa de peregrinos y luego, otros sietes meses en Jerusalén, para estudiar en el Instituto Bíblico Franciscano. Luego volvió a Nicaragua y estuvo todo un año en una parroquia, que sufre la violencia por la presencia de pandillas. Pasado este tiempo, concluyó la Teología. Pruebas Al finalizar sus estudios, se llenó de algunas inseguridades y decidió pedir un tiempo antes de la ordenación “El demonio me empezó a llenar la cabeza de dudas, tenía muchas inseguridades por mi familia, por mi propia historia, pedí un tiempo, fueron siete años fuera”, dijo.
La clave para volver a su camino vocacional, después de tanto tiempo, señala que fue perseverar en su comunidad del Camino. Luego que decide volver, es enviado de misión a Santa Rosa de Copán, y allí por la cercanía que tenía con Monseñor Darwin Andino, se queda en esta diócesis, es ordenado diácono y presbítero y actualmente es párroco en Santa Bárbara.
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