“Vamos a recordar para qué sirven estos tres actos en nuestra vida”, recalcó el padre Rodolfo Varela en su homilía de este miércoles al referirse al Evangelio según San Mateo (6,1-6.16-18) que nos recuerdan las prácticas cuaresmales. “La oración nos va a servir a nosotros para purificar pensamientos, porque nos está diciendo el Señor orar en lo secreto, en nuestra habitación o ante el Santísimo lo hacemos mentalmente y si estamos orando mentalmente estamos pensando en Dios, hablando con Dios en nuestra cabeza, entonces vamos a purificar pensamientos porque en lugar de estar pensando en cosas malas, puedo estar pensando en Dios y entonces voy a mejorar mi relación con Él”.
“La oración en primer lugar sirve entonces para purificar mis pensamientos y mejorar la relación con Dios. El ayuno nos sirve para fortalecer nuestra voluntad, para fortalecer uno de los frutos del Espíritu Santo que es el dominio de sí mismo y una de las cosas que más nos toca dominar a nosotros cuesta bastante es la lengua”.
El ayuno dijo el sacerdote “nos va a servir para fortalecer el dominio de sí mismo y aprender a controlar la lengua, es que padre no puedo dejar de chismosear, es que no puedo dejar de mentir, es que no puedo dejar de decir malas palabras has ayuno y vas a fortalecer el dominio de ti mismo y vas a mejorar la relación contigo mismo que parece que no dominas tus instintos, no dominas tus pasiones”.
Sobre la limosna sostuvo “nos va a servir para purificar nuestras acciones en vez de estar haciendo el mal, voy a estar haciendo obras de caridad, voy a estar haciendo el bien y con quien voy a mejorar la relación con el prójimo y ven que completas son estas tres cosas que nos pide el Señor, purifico pensamientos, palabras y acciones, mejoro mi relación con Dios, conmigo mismo y con el prójimo”
El presbítero dijo que “esa es la dimensión trinitaria también, a lo alto Dios Padre a lo que aspiramos a lo ancho Dios Hijo que nos abre el horizonte con el prójimo y a lo profundo el Espíritu Santo que nos ayuda ver en profundidad y hacer en profundidad lo que nos mandó Nuestro Señor Jesucristo”.
Y concluyó pidiéndole al Señor “no olvidarnos de estos actos de penitencia, para crecer en santidad, purificar pensamientos, palabras y acciones, mejorar la relación con Dios, conmigo mismo y con el prójimo”.