En su última catequesis celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco enfatizó la relevancia de la templanza como la cuarta virtud cardinal, después de la fortaleza, la justicia y la prudencia. Concluyendo así su reflexión sobre estas virtudes, el Sumo Pontífice reveló su riqueza y su significado para nuestras vidas.
El Santo Padre destacó que la templanza no es sinónimo de grisura o falta de alegría, como algunos podrían pensar erróneamente. Inspirándose en el pensamiento de los antiguos y en el Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa enfatizó la importancia de esta virtud en el control de nuestras pasiones y deseos.
Según los filósofos griegos, la templanza implica tener poder sobre uno mismo, lo que significa la capacidad de autodominio y el arte de no dejarse llevar por las pasiones descontroladas. En palabras del Papa Francisco, la templanza es la virtud de la justa medida, que nos guía a actuar con prudencia en todas las situaciones.
El Papa advirtió sobre los peligros de ceder a los placeres sin moderación, ya que esto puede llevarnos al aburrimiento y a un estado de insatisfacción. Además, resaltó la importancia de controlar nuestras palabras y emociones, especialmente en las relaciones humanas y familiares.
Sin embargo, el Papa también reconoció que la templanza no implica siempre mantener la paz a toda costa, sino que a veces es necesario reprender con comprensión y empatía. Quienes poseen esta virtud son capaces de afirmar principios sin perder la capacidad de comprender a los demás.
En un mundo que a menudo promueve el exceso, el Papa Francisco destacó que la persona templada representa el equilibrio y vive valores cercanos al Evangelio, como la humildad, la discreción y la mansedumbre. Concluyendo su catequesis, el Papa ofreció ejemplos de cómo la templanza enriquece nuestras vidas, permitiéndonos saborear mejor los bienes de la existencia y cultivar relaciones auténticas con los demás.