La genuflexión es el máximo signo de reverencia y adoración física ante el Señor

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La palabra genuflexión proviene del latín “Genua flectere” que significa “doblar las rodillas”. Se llama genuflexión a la flexión de la rodilla derecha hasta el suelo, como signo de adoración. Es señal de reverencia y de adoración, mostrando la propia pequeñez ante la presencia Divina. Es a partir del siglo XII que se ha convertido en un gesto para mostrar adoración del Señor en la Eucaristía, tanto si está expuesto como si se encuentra reservado en el sagrario y debe realizarse siempre.

En la Eucaristía, el sacerdote que celebra hace tres genuflexiones, esto es: después de la elevación del pan, después de la elevación del vino y antes de la Comunión. Si el tabernáculo con el Santísimo Sacramento está en el presbiterio, el sacerdote, el diácono y los otros ministros hacen genuflexión cuando llegan al altar y cuando se retiran de él, pero no durante la celebración misma de la Misa. De lo contrario, todos los que pasan delante del Santísimo Sacramento hacen genuflexión, a no ser que avancen procesionalmente.

Se hace también en el día de la adoración de la Santa Cruz el Viernes Santo. La genuflexión es un gesto con el que subrayamos, los momentos más trascendentes en que reconocemos la presencia de Cristo y su Espíritu, le adoramos, nos reconocemos pequeños, y le reconocemos grande a Él.

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