La Fiesta de la Divina Misericordia, se celebra este año de una manera apoteósica después de tres años de pandemia. Como siempre, organizada por la parroquia San Martín de Porres, donde se difunde la devoción desde el año 1979.
Esta celebración es de gran importancia para fomentar la oración Misericordia ya que, según Thelma Martínez, del apostolado de la Divina Misericordia, “Nos da mucha confianza y esperanza, esperando en el Señor de que todos nuestros problemas van a culminar y que vamos a celebrar el triunfo sobre las injusticias del mundo”.
Gracias
Las gracias que se obtienen al vivir esta piedad son muchas, ya que el Señor mismo le dijo a Santa Faustina: “Hija mía anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado en (el Diario 1541), quien quiera que la rece, recibirá gran misericordia a la hora de la muerte, cuando la recen junto a los moribundos me pondré entre el Padre y el alma agonizante, no como el juez justo sino como el salvador misericordioso, los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación”.
Mariano Moncada, Misionero de la Casa de la Divina Misericordia, sostuvo que cuando oramos y suplicamos al Padre Misericordioso, “Él ve como sufre la humanidad en medio de esta dolorosa realidad que vivimos a través de las heridas o de las llagas de su Hijo Amado e inocente, quien se entregó por amor a nosotros para reconciliarnos al reparar nuestros pecados”.
Promesa
El siglo pasado el Señor prometió su protección ya de un modo “nuevo” con la imagen de la Misericordia. “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos, siempre consagrando la familia al Señor.
