Durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco profundizó en la virtud de la caridad, estableciendo una clara distinción entre el amor cristiano y otros tipos de amor. Citando la Primera Carta a los Corintios de San Pablo, destacó que la caridad es la mayor de las virtudes teologales, un amor tan audaz que parece casi imposible.
Francisco recordó a los fieles las palabras de San Pablo: “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Cor 13,4-7).
El Papa señaló que, aunque se habla mucho de amor en la sociedad moderna, a menudo se entiende de manera superficial. San Pablo advertía a la comunidad cristiana de Corinto, marcada por divisiones y disputas, que el verdadero amor de Dios, conocido como ágape, es un amor que no busca tomar, sino dar. Es un amor que baja desde Dios y se dirige a los demás, incluso a los que no son amables y a los enemigos.
“El amor cristiano nos empuja donde humanamente no llegaríamos: es amor por los pobres, por los que no son amables, por los que no nos quieren y no nos agradecen. Incluso por el enemigo. Esto es obra del Espíritu Santo en nosotros”, explicó Francisco.
En su catequesis, Francisco destacó que este amor cristiano debe abrazar a todos, sin esperar nada a cambio, e incluir a los enemigos. Recordó las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña: “Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacen bien solo a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores hacen lo mismo” (Lc 6,32-33).
El Papa subrayó que la verdadera caridad cristiana no solo ofrece perdón, sino que también bendice a quienes nos maldicen. “El amor cristiano es tan audaz que parece casi imposible, y sin embargo es lo único que quedará de nosotros”, concluyó.
Finalmente, Francisco recordó que en el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados por la caridad que hemos mostrado. Citando nuevamente a Jesús, dijo: “En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”.