La Misa de este martes 14 de julio fue oficiada por el padre Cecilio Rivera vicario de la Basílica en la homilía dijo que todo pecado “pecado como muy personal que sea, tiene también una dimensión social que afecta a los demás, a los que conviven con nosotros a los que están en nuestra casa, cuanto más y ese pecado, viene de quienes nos dirigen.

El padre Rivera dijo “el Señor Jesús sabía que el pecado grave y que necesita conversión, son las grandes estructuras injustas, los círculos de poder, predicaba San Óscar Arnulfo Romero, de esta manera el pecado estructural, nos revelan que existen pecados sociales económicos, políticas o culturales que son pecaminosas que producen sufrimiento, opresiones y el mal, por el propio funcionamiento de su lógica, independientemente de las intenciones de las personas involucradas en estas estructuras”.

Además sostuvo que San Óscar Romero decía que “el pecado no es consecuencia del azar, sino que representa la voluntad de un esfuerzo organizado para defender y favorecer un grupo con intereses determinados y corresponde precisamente la explotación del más necesitado”.

También el documento de Aparecida dice, refiriéndose a la conversión que Jesús hace a estas ciudades, la conversión implica cambios dolorosos y renuncias, es estar dispuesto a cambiar a dejar que la palabra inunde nuestro sentir y nuestro actuar.

Rivera dijo que ante esta estructura de pecado que Jesús denuncia, “el Papa Francisco nos invita a nosotros a trabajar por una cultura también de la fraternidad, una cultura que nos implique a todos y dice el papa Francisco que es necesario formar a los cristianos, para buscar el bien común, para buscar el bien de comunidades para todos en la lucha contra la corrupción”.

El sacerdote de refirió a la “vigencia de los derechos laborales y sindicales, hay que colocar como prioridad el bien común, una cultura dice el Papa, donde nadie es descartado, por ello debemos trabajar por esa cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre personas, empresas, gobiernos y a cada uno de nosotros los cristianos también.

Y que nosotros no escuchemos de Jesús, manifestó “este reclamo que hace a estas ciudades, a estas estructuras, sino que nos convirtamos a su palabra y trabajemos juntos, con responsabilidad para superar esta situación que estamos viviendo, necesitamos hoy más que nunca la fraternidad evangélica, que nos lleve a buscar soluciones, ante esta situación que vivimos”.

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