El Padre Cecilio Rivera ofició la Misa hoy en la Basílica de Suyapa en su homilía nos relata la invitación del fariseo que aparece en el evangelio de hoy.
El padre manifestó, “imagínense que Jesús llega a su casa también que acepta la invitación, el texto bíblico dice que el fariseo se extrañó, se admiró, se maravilló, pero ¿de qué se maravilla?, ¿qué fue lo que le llamó la atención?, fue Jesús que fue a felicitarle no, se admiró de que Jesús no haya seguido, lo que para los fariseos era importante, pero se olvida de que el mismo Señor dueño de todo está en frente de él.
¿De qué nos admiramos nosotros?, sostuvo, el mismo Jesús es el que nos impresiona, o pueda que nos quedemos como este fariseo viendo cosas pequeñas, no es que en la misa se le olvido al padre decir esta parte, o que alguien hizo algo incorrecto el lector.
De qué nos admiramos de que Jesús viene a visitarnos dijo, entonces esta visita de Jesús nos pone ante dos actitudes primero la actitud externa, lo de afuera a todos nos gusta vernos bien, que nos miren bien, bien peinados y eso es algo bueno, pero es la actitud externa.
Cuando uno va a donde el médico señaló, el médico no le revisa a usted haber como esta su piel, para saber qué enfermedad tiene el médico le manda hacer unos exámenes a uno en el interior. Jesús es médico y cura el alma en su integridad por lo tanto sabe que lo que tiene más peso es lo del interior.
“Lo que ocultamos a veces a los demás, lo que no queremos que sepan o por lo contrario lo bonito que tenemos también ese es nuestro interior y Jesús quiere que por allí comencemos, será que Jesús nos está diciendo, es más fácil lavarse las manos, pero lavar el corazón purificarlo es más difícil”.
Será que Jesús nos está diciendo, “es más fácil cumplir con una norma pero despojarnos del dinero de lo nuestro, para compartir, Jesús nos invita a entrar en nuestro corazón y a renovarnos a dejarnos renovar desde dentro”.
El problema en si no es la norma, sino que la ley oculte, el Papa Francisco lo dice con una frase, “la corrupción, entonces bajo la ley, estos personajes en el tiempo de Jesús, justificaban su corrupción y por eso Jesús no está de acuerdo, primero hay que limpiar el interior y cuando nuestro interior esté limpio brillará el rostro amén concluyó.