El Padre Rodolfo Varela en su homilía de hoy desde la Basílica Nuestra Señora de Suyapa, se refirió a la época de los leñadores cuando era una profesión muy admirada, en los países boscosos, pero se utilizaban herramientas rudimentarias, como el hacha.
El sacerdote, puso el ejemplo del joven que soñaba ser leñador y convertirse en el mejor leñador de la zona, cuando logra conseguir un trabajo como leñador dice, “yo voy hacer el mejor leñador de este aserradero”, y en su primer día batió récord, logró derribar diez árboles, que nunca nadie había derribado diez árboles con un hacha en un solo día, todos lo felicitaron él se emocionó mucho.
“Al día siguiente dijo voy a batir mi recordó se esforzó el doble del primer día, pero apenas logró botar cinco árboles, él estaba muy extrañado y decepcionado pero dijo, mañana será el día, mañana botaré más de diez”.
El leñador, fue al siguiente día, y en todo un día a penas pudo cortar un árbol, el desconcertado porque se esforzaba mucho más, no entendía que es lo que pasaba, se acercó al jefe y le planteó la situación, que él se estaba esforzando de más y no entendía por qué no lograba lo del primer día.
El jefe muy tranquilo le pregunta, ¿desde el primer día te has detenido para afilar tu hacha? se asustó el joven leñador y dijo no, ese es el problema le dice, por mucho que esfuerces si tu hacha no tiene filo como el primer día no vas a poder a cortar árboles, el leñador cayó en cuenta que ese era su error, una vez que la afiló logro batir su récord.
El padre dijo que esto nos pasa a nosotros como cristianos esta es la historia de Bartimeo el primer día de nosotros con el encuentro con el Señor, pero al pasar del tiempo el Señor nos hace el reclamo que leímos en el Apocalipsis, un reclamo tengo contra ti, ya no tienes el mismo amor que al principio.
Cuando nosotros nos encontramos con el Señor Sostuvo, posiblemente estábamos como el ciego a un lado del camino, lejos del camino del Señor, “quizás mendigábamos amor, mendigábamos afecto, mendigábamos atención, mendigábamos felicidad”, y como el ciego al escuchar no podía ver, pero escucha que hay un alboroto pregunta que está pasando, es Jesús Nazareno que va de camino y comienza a gritar, Jesús hijo de David ten compasión de mí.
Nos puede pasar lo que hizo esta gente señaló, cuando caminamos dentro de la Iglesia y pasan los años, nos dice el Papa Francisco nos convertimos en aduaneros de la gracia lo callaban, no querían que molestara al Maestro.
Así nos puede pasar a nosotros afirmó, impedir que otros lleguen al Maestro, porque no tenemos el amor del principio, el ciego no se rinde sigue gritando, hasta que Jesús lo manda a llamar, Jesús le pregunta qué quieres que haga por ti.
“Hoy el Señor te pregunta a ti, que quieres que haga por ti, Señor que ver, este ver es más profundo que un simple ver físico, este ver hace que el ciego ponga su mirada en el cielo y comience a alabar a Dios y comience a seguir a Jesús”.
Así fue nuestro encuentro personal con Cristo, agregó, cuando nos encontramos con Cristo, “nosotros pusimos nuestra mirada en el cielo, comenzamos alabar a Dios y comenzamos a seguir a Cristo, el tiempo muchas veces nos hace perder ese amor primero, pero como el amor que nos enseña Cristo no es de sentimientos ni de sensaciones sino una decisión, podemos recuperar ese amor primero, si estamos decididos a seguir al Maestro”.