“Hay que librarnos de toda idolatría y buscar a Dios en nuestro interior”

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El padre Juan Antonio Hernández vicario de la Basílica Nuestra Señora de Suyapa, en su homilía de este lunes 22 de junio manifestó “hoy el Evangelio es interesantísimo, porque nos recuerda la habilidad principal que tiene el ojo y es mirar, pero el mirar del ojo es mirar hacia afuera y hoy Jesús nos invita a otro mirar porque el ojo no se puede ver así mismo, los invita a un mirar hacia el interior”.

El padre Hernández sostuvo que Jesús nos invita a un mirar primero a conocer a Dios porque Dios habita el interior, Y “reconocerle nos libra de toda idolatría, de la que había caído el pueblo de Israel, cuando la deportación a Asiria, que escuchamos en la primera lectura, ese librarnos de la idolatría, porque cuando miramos el interior miramos al verdadero Dios y mirando al verdadero Dios, abandonamos nuestros propios dioses, incluso abandonamos la tentación de erigir nosotros dioses”.

Asimismo expresó que cuando erigimos otros dioses “es cuando denigramos al otro, esta es la primera riqueza de mirar el interior, vencer la tentación de la idolatría, la segunda es que nos descubrimos tal como el otro y si el otro es pecador, en el interior nos descubrimos también pecadores, compartimos una misma condición con el otro.

El sacerdote dijo que “La condición que compartimos es que somos redimidos, somos como lo llama el papa Francisco misericordiados si estamos de pie no es porque seamos mejores que el otro, si gozamos de la relación con Dios no es porque seamos mejores que los demás, si gozamos de una relación con Dios, es porque compartimos una gracia y esa gracia es porque Dios nos ha dado misericordia, y esto solo lo descubrimos cuando ahondamos en el interior.”

Que interesante es hoy manifestó Hernández, en los momentos difíciles que nos pueden estar agobiando o cuando poca esperanza se gesta en nosotros, ahondar en el interior, porque en el interior descubrimos que la esperanza máxima siempre esta puesta en el Dios que nos ama, en el Dios que nos hace hermanos, en el Dios que siempre nos perdona, pero en el Dios que “nos invita sobre todo a destruir los muros de la hipocresía para abrazar los umbrales de la verdad, porque es allí cuando realmente nos constituimos como verdaderos discípulos suyos “ concluyó.

 

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