En concreto, “son tres cosas que debemos pedir al Señor”, dijo el Padre Rodolfo Varela en su homilía de este día, en la misa que presidio en la Basílica Nuestra Señora de Suyapa en la Arquidiócesis de Tegucigalpa; Honduras.
“En referencia a la tierra prometida que nos habla la primera lectura, debemos entender que se trata del Reino de Dios”, afirmó el Padre Varela. De ahí que se hace necesario que le digamos al señor, así como le expresamos en la lectura de la preces de la liturgia de las horas de este día, “ayúdanos a guardar los mandamientos, a ser libres de la vanidad y fortaleza para vencer la tentación”, al pedirle Señor lo anterior; podríamos alcanzar el Reino de Dios, apuntó el este sacerdote diocesano.
El mundo nos va decir que “los mandamientos son una pérdida de tiempo, y la vanidad nos inclinará a darle más valor a los bienes materiales, mientras que la tentación nos va perder el sentido de camino hacia el cielo”, contra eso debemos luchar y perseverar, para llegar al cielo y como los israelitas que caminaron por el desierto hacia la tierra prometida, nosotros también vamos a contar con la compañía del Señor para llegar al cielo, concluyó el Padre Rodolfo Varela.
Cabe señalar que la Basílica Nuestra Señora de Suyapa, es el centro mariano por excelencia en este país centroamericano y al que diariamente, con la apertura de los templos, llegan varios fieles a participar de la Santa Eucaristía siguiendo todas las medidas de bioseguridad que determinó la Conferencia Episcopal de Honduras para celebrar el banquete del Señor.
LITURGIA DE LA PALABRA DE HOY
Del libro del Deuteronomio 4, 1.5-9
Moisés habló al pueblo y le dijo: “Israel, escucha ahora los mandatos y decretos que yo te enseño a cumplir; así vivirás y entrarás para tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar.
Miren: como me lo ordenó el Señor, mi Dios, yo les he enseñado mandatos y decretos, para que los cumplan en la tierra a donde van a entrar para tomar posesión de ella. Guárdenlos y pónganlos por obra, que ellos serán su sabiduría y su inteligencia ante los demás pueblos, que al oír todos estos mandatos comentarán: ‘¡Qué pueblo tan sabio y tan inteligente es esa gran nación!’. Pues ¿qué nación, por grande que sea, tiene un dios tan cerca como lo está el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? ¿Y cuál de las grandes naciones tiene unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que les promulgo hoy?
Pero tengan mucho cuidado de no olvidar los sucesos que vieron con sus propios ojos; que no se aparten de su memoria mientras vivan; y cuéntenselos a sus hijos y a sus nietos”
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 147
R/. Señor, enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón.
Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sion: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R/. Señor, enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón.
Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza.
R/. Señor, enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.
R/. Señor, enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón.
Del Evangelio según San Mateo 5, 17-19
En el Sermón de la montaña dijo Jesús a sus discípulos: “No piensen que yo vine a desvirtuar la Ley y los Profetas. No vine a desvirtuarlos sino a darles todo su valor. Se lo aseguro: antes dejarán de existir el cielo y la tierra, que deje de cumplirse una sola letra o coma de la Ley. Por eso, el que suprima uno solo de los mandamientos más pequeños y les enseñe eso a los demás, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Pero el que los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos”