“Es un orgullo para nuestra patria”

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El Cardenal Óscar Andrés Rodríguez cumplió recientemente 20 años de haber sido nombrado como Cardenal de la Iglesia Católica, un título que lo pone no solo al servicio del Papa, sino de la Iglesia Universal. Ante este acontecimiento, recabamos unas palabras del seminarista Francisco Barahona, que cursa el segundo año de Teología.

Le invitamos a leer sobre el Arzobispo de Tegucigalpa desde la mirada de un seminarista, uno de sus hijos espirituales:
Franciso Barahona, seminarista de la Arquidiócesis de Tegucigalpa.

Vemos en su persona a un pastor con olor a oveja, a un amigo cercano, un ejemplo a imitar por su fuerza, perseverancia y responsabilidad, vemos también en él a un padre preocupado por el bienestar de sus hijos, atento a escuchar y a enseñar. El Cardenal no es únicamente orgullo para la Iglesia que peregrina en Honduras sino también lo es para toda la patria que lo vio nacer, quien lo vio formarse y crecer y desgastarse por el Evangelio, teniendo un corazón como el de San Pablo, apostólico, incansable. Es sin duda uno de los personajes más influyentes e ilustres de nuestro país, de quien nos debemos sentir orgullosos y agradecidos con Dios porque haya nacido en esta pequeña porción del mundo. Aquellos que hemos tenido el privilegio de compartir con él las aulas de clase y de conocerlo, hemos visto en él a un hombre sencillo, humilde, que basta solo su presencia para que nos inunde de paz, inmediatamente una serenidad. Además es una persona que no solo nos ha sabido transmitir valores sino que con su ejemplo, nos ha dado grandes lecciones, ojalá otros personajes imitarán su ejemplo. Su Eminencia además de ser un hombre ejemplar, virtuoso, amable y paternal, también nos comparte momentos agradables de su vida y como no disfrutar esos momentos cuando nos muestra sus dotes de músico y compositor, que a su vez se convierten en medios de evangelizar, transmitiendo la alegría del Evangelio, la fidelidad a Cristo como todo apóstol, incansable, que a ejemplo de Jesucristo nos recuerda que él nos quiere santos. La figura del Cardenal para Honduras ha significado una representación de lo bueno y virtuoso que podemos llegar a ser sus hijos. Es un orgullo para nuestra patria y también alguien que nos muestra que podemos hacer siempre el bien, como lo dice San Pablo. Sin importar calumnias, dificultades o enfermedades, respondiendo ante ellas con amor, serenidad y humildad y con un corazón como el de Jesús. Gracias Eminencia por estos 20 años llenos de frutos para Honduras, Dios les bendiga siempre.

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