Claramente el evangelio de hoy señala hablando de la viña, que ha sido Dios: “Tú que la has plantado con tu diestra” (Sal 80), y es que en toda la Biblia la simbología de la viña y la vid, tienen un gran significado por parte de a quién pertenece y paralelamente sobre aquellos que se benefician de ella. Para nosotros hoy su sentido nos lo da san Mateo, quien no se dirige hoy a la viña, sino a los viñadores, este simbolismo puramente humano, donde los que han trabajado hasta ahora han sido violentos y asesinos, dando un salto de esa situación deplorable a un futuro esperanzador y luminoso de otros que vendrán y “darán fruto”, significando para el evangelista, los que harán fructificar el don de Dios. El centro del tema es pues el rechazo del hombre de todos los tiempos a la salvación ofrecida por Dios en su Hijo. La parábola es una relectura sintética de la historia de la salvación. La historia narrada por Jesús señala a este momento su significado último: habrá un nuevo amanecer en el que se destacan “los otros viñadores que entregarán los frutos a su tiempo”. Este mensaje no deja de tener para nosotros una actualidad salvadora y de vigilancia, debemos de estar atentos para no propiciar la muerte de nuestras comunidades, por nuestra indiferencia, nuestro egoísmo o puramente por los propios intereses humanos.
Nadie en verdad es indispensable, pero si la llamada viene de Dios, no deberíamos de dudar de su elección, porque a la larga con nosotros o sin nosotros Dios llevará a plenitud su proyecto. La salvación (la viña) y el Salvador (el Patrón) no dejará de estar a disposición de todos los que deseosos se empeñen en convertirla en un esplendor de belleza, porque Dios ha puesto su morada entre ellos. ¡No nos cansemos de trabajar por la viña, el lote de heredad que el Señor ha puesto en nuestras manos, que es algo de responsabilidad divina que el mismo Dios ha querido hacerlo así!