Editorial |Nuestra voz |Semper Gaudete ¡Siempre Alegres!

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La Palabra de Dios del tercer domingo de Adviento, nos trae de la mano del Profeta Isaías, un mensaje de alegría y de esperanza, se nos anuncia un tiempo de gracia de gozo y alegría para todas aquellas personas que sufren persecución, enfermedad, ansiedad, angustia exhortándonos a la oración permanente y constante; a la acción de gracias en toda ocasión, manteniendo el espíritu vivo sin reproche hasta la venida de Jesús.

Con la Santísima Virgen María, en el magníficat, también se entona un canto de alabanza a la grandeza del Señor, que mira la pequeñez de sus hijos y les saca de su situación de pobreza espiritual y material con su gran misericordia. Hoy es el Domingo de Gaudete o Domingo de la Alegría y lo celebramos en medio de un tiempo en el que reina la desesperanza, el odio y la destrucción, un mundo lleno de guerras, de carestía lo que hace difícil abrir el corazón al gozo y a la alegría sincera.

Pero para quienes esperamos la venida del Señor, a pesar de los sufrimientos, la alegría debe brotar de la experiencia cercana del amor de Dios que nos trae Jesús con su nacimiento en la humildad de un pesebre. Cada persona creyente en Jesucristo y como integrantes de una comunidad estamos llamados, en nuestro tiempo y a nuestro alrededor, a ser la voz que resuena haciendo un llamado a la conversión y a la esperanza, tal como lo hizo san Juan Bautista en su tiempo en medio de un ambiente agreste y hostil.

Está claro que no somos la luz, pero si estamos invitados y llamados a ser testigos dignos y fieles de aquel a quien esperamos con expectante emoción y felicidad. Él, es la Buena Noticia, aquel que cura y venda nuestros corazones tantas veces heridos, desgarrados por el pecado, pero Él, nos trae el perdón sin condiciones para que seamos libres y felices de verdad. La alegría y la santidad están íntimamente ligados y es importante resaltar que aquellas personas que llevan su vida conforme a la voluntad de Dios siempre son personas alegres que tienen una paz profunda y ponen su alegría y esperanza en Dios y cómo las cosas materiales no son su fuente de alegría, no les importa si tienen mucho o poco.

Saben que el placer no es lo mismo que la alegría; entonces, no caen en adicciones buscando llenar un vacío. La alegría es un fruto del Espíritu Santo y no un sentimiento, leemos en Gálatas 5, 22-23, esto quiere decir que la alegría es también compatible con el sufrimiento y con los momentos difíciles. San Pablo nos dice: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias; destacando que ¡San Pablo escribió esta exhortación cuando estaba en la cárcel! Así, nos recuerda que el motivo de la alegría no es que no tengamos problemas, sino que “El Señor está cerca”.

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