Editorial | Nuestra voz | ¡Precaución, el COVID-19 no se ha ido!

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Por tercera vez consecutiva, la pandemia afecta las reuniones familiares y las festividades decembrinas. ¿Cómo maneja usted la situación? ¿Se reúne a pesar de todo? ¿Prefiere ser prudente?; preguntas que nos obligan a tomar decisiones y a actuar con precaución. Tengamos presente que el virus está ahí y que no se ha ido. Esto debe llevarnos a reflexionar, así como ha sido un año diferente, pues esta Navidad también debe ser diferente.

En una temporada tradicionalmente festiva y familiar, al igual que en 2021, estas fiestas estarán marcadas por la sombra de la pandemia de COVID-19, de tal manera, que la pandemia exige actuar con cautela para evitar una nueva ola de contagios que desborde los sistemas sanitarios y cueste más vidas, por esa razón, la agencia mundial de salud (OMS), urge a mantener las medidas preventivas efectivas y hace varias recomendaciones para navegar en las fiestas de fin de año de forma inteligente y segura.

Aunque entre algunos grupos de población vacunada con 3 o 4 dosis hay cierta sensación de seguridad, los organismos especializados en salud pública han advertido repetidamente que la amenaza del COVID-19 es tan alta como siempre, sobre todo cuando se avecina una temporada de bajas temperaturas y entramos a una época en la que la gente viaja y se reúne a festejar, por lo general en sitios cerrados, en este contexto, las oportunidades de transmisión del virus aumentan. Con el propósito de evitar una nueva ola de contagios que pueda sobrepasar nuevamente los frágiles y agotados sistemas sanitarios, las recomendaciones que combinadas de manera adecuada, pueden ayudar a que se mantenga baja la transmisión del COVID-19 y a que las economías sigan abiertas, siguen vigentes porque han mostrado efectividad para prevenir los contagios masivos, entre los cuales se pueden citar el vacunarse con el esquema completo; mantener las medidas personales de protección, ventilar los espacios cerrados, evitar las aglomeraciones y celebrar reuniones de la forma más segura posible.

Pero, tantas precauciones en el aspecto sanitario provocan que se vivan tantas emociones encontradas, por un lado la alegría y esperanza de esta celebración y por el otro, el dolor y el miedo causado por el COVID-19 que se hace imperativo no descuidar la salud mental y espiritual de las personas en estas festividades de Navidad y Año Nuevo porque es indiscutible que vivimos un momento histórico muy complicado, que ha creado un ambiente de desesperación y las estadísticas muestran un incremento alarmante de episodios de depresión y enfermedades colaterales.

Es oportuno destacar, que posiblemente se haya pasado muchas supuestas navidades, pero hoy todo está dado para que se tenga una verdadera Navidad, alejada de los ostentosos regalos, mucha comida, vestidos nuevos, viajes, y fiesta. Hoy, hay que volver al verdadero pesebre, a las verdaderas tradiciones que nos enseñan la riqueza del encuentro familiar y de la oración. Se necesita revitalizar la vida espiritual, descubriendo que lo único valioso e importante es sentir a Jesús, en el corazón y en el hogar; es verlo también nacer en medio de las limitaciones que nos impone la pandemia.

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