La Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.) fiel a su misión de estar atentos a los signos de los tiempos, una vez más a través del mensaje publicado el día 11 de octubre del 2022, alza su voz, medita, escribe y publica sus reflexiones dirigidas a los fieles católicos y personas de buena voluntad, con una finalidad propositiva, ya que está orientado a la acción y a la resolución de problemas a través de las acciones de la vida cotidiana.
Ni la desinformación, ni la idea de boicotear o sabotear la gobernabilidad, ni intenciones mezquinas o políticas motivan el mensaje que destaca en esta ocasión: la solidaridad con la población damnificada por las inundaciones y la falta de respuesta gubernamental, la corrupción como mal endémico, la CICIH como mecanismo para frenar el latrocinio de los bienes del estado y la voracidad de los funcionarios públicos, la Junta Nominadora como el grupo colegiado sobre el cual recaen las esperanzas de despolitizar un proceso de selección de hombres y mujeres idóneas para la conformación de la Corte Suprema de Justicia y finalmente, la legitimidad de la Junta Directiva del Congreso Nacional de la República, ante los vicios de nulidad que rodearon la tan polémica elección; la motivación va más allá de crear polémica, es una invitación al ser humano a descubrirse como ser trascendente en todas las dimensiones de su vida, incluida la que se refiere a los ámbitos sociales, económicos y políticos. Los obispos, en esta ocasión destacan “su preocupación” y al mismo tiempo, su esperanza cristiana, sobre la actual situación del país, pues el pueblo hondureño “vivió con paz y civismo la transición de un nuevo gobierno y se recibieron con esperanzas las promesas hechas, de construir un país mejor”, pero desafortunadamente han pasado casi 10 meses y la luz no se ve al final del túnel.
Los nuevos funcionarios insisten en que todo obedece a que recibieron un país saqueado y con una frágil institucionalidad y pocos dudan de la veracidad de esas afirmaciones, “pero ha llegado el tiempo de caminar por la ruta del diálogo y la reconciliación, escuchando los diversos pareceres, respetando las iniciativas y evitando descalificar a los demás, si no están de acuerdo” insisten en que no debemos caer “en la práctica del llamado “pensamiento único” e invitan a que “unifiquemos esfuerzos en acciones concretas con un proyecto de nación en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados”. Bajo este enfoque la Conferencia Episcopal se compromete a realizar todas las acciones que sean necesarias para atender las necesidades de tantas familias afectadas” y manifiestan su profundo dolor al “constatar la irresponsabilidad de las autoridades que tienen el deber de la prevención para evitar que se repitan estas desgracias y la falta de una respuesta inmediata y eficaz para una ayuda verdadera. Conociendo la nobleza del corazón y la fe de los hondureños, los Obispos reiteran su confianza “en la fuerza del Señor Jesús” y confirman que “no nos acobardamos en las tribulaciones” porque sabemos “que la prueba engendra la paciencia; la paciencia, la virtud probada y la virtud probada, aviva la esperanza (Cf. Rom. 5, 3-4).”