Hay una frase en la Internet que dice “Casarse es fácil, permanecer casados es el reto, son los detalles de cada día los que hacen la diferencia en tu matrimonio”, sabiduría popular que nos interpela, que nos hace meditar y buscar identificar esos detalles que hacen que los matrimonios perduren en el tiempo.
Casarse y mantenerse juntos a lo largo de los años representa el mayor de los retos en medio del bombardeo de los medios de comunicación y de las redes sociales que no cuidan ni promocionan el matrimonio como una manera óptima de vivir en pareja, muy por el contrario, nos atreveríamos a decir que fomentan el amor libre de ataduras, en otras palabras, un amor infecundo plagado de ideas sobre una sexualidad utilitaria, como la de los animales, que solo satisfacen sus instintos.
Sin embargo, pese a estos mensajes contrarios, muchos hombres y mujeres asumen a diario el desafío de mantener una comunidad de vida e intereses, que se encuentran mutua e íntimamente, poniendo lo mejor de sí mismos para permanecer unidos, hacer fecundo el amor y formar o cuidar una familia.
Pero las parejas enfrentan variadas dificultades a la hora del día a día y de hacer realidad el llamado de Dios, que les pide construir un amor que los haga seres humanos plenos y reconciliados con la vida, complicaciones tales como aprender a buscar el equilibrio entre el tiempo que dedican al trabajo y a la vida familiar, muchos no se ven durante muchas horas del día y al volver cansados a casa, ya no tienen fuerzas para dialogar o hacer planes con la pareja lo que genera una distanciamiento emocional entre ellos.
La intolerancia e incapacidad para afrontar las crisis naturales de toda relación, hacen que los esposos caigan en la tentación de considerar su matrimonio como desechable, una idea que promueve el divorcio o separación como la primera opción para una supuesta solución del conflicto, haciendo que la relación pierda compromiso y responsabilidad. Otro reto de los matrimonios en esta época es lidiar con los celulares, ese aparato que acerca a quienes están lejos y aleja a quienes están más próximos, es un verdadero reto establecer los límites y respetar los espacios de conversación e intimidad.
Son muchas las quejas de los esposos entorno al mal uso de los dispositivos electrónicos y los efectos en el deterioro de las relaciones conyugales. Y no olvidemos el salto, en términos de empoderamiento, que ha dado la mujer en las últimas décadas, lo que le ha permitido ampliar sus opciones de vida y de tomar sus propias decisiones, situación que muchos hombres aún no logran asimilar en su totalidad, creando conflictos a la hora que las mujeres reclaman equidad o igualdad en los roles en la relación de parejas. En definitiva, no se trata de fabricar relaciones perfectas, sino hacer de la convivencia algo donde él y ella, no se amen más, sino mejor, porque son capaces de reconocer y aceptar las diferencias, de tal manera que su relación perdure en el tiempo, en plenitud de amor bajo la protección de Dios.