En 2004, el Congreso Nacional reformó la Constitución de la República de Honduras de 1982 para crear el Tribunal Supremo Electoral (TSE), máxima autoridad que rige los procesos de elección popular tanto en el ámbito administrativo, como en el jurisdiccional. El TSE, en el marco de la “Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas de Honduras”, organizó las elecciones generales y sus correspondientes elecciones primarias en: 2005, 2009, 2013 y 2017.
Cada una de esos procesos dio origen a serios cuestionamientos en torno a la transparencia del proceso electoral, desencadenando en alteraciones en el orden social y la paz ciudadana con manifestaciones en la calle, dudas sobre la legitimidad y legalidad de las personas electas ante un supuesto manoseo, tanto de credenciales como de las actas electorales.
En vista de las incertidumbres y dudas generadas por el TSE, con el apoyo de la comunidad internacional y en el afán de mejorar la eficiencia y credibilidad del sistema electoral en Honduras e incrementar la participación ciudadana con un enfoque de responsabilidad y prevención de conflictos, fue creado mediante reformas constitucionales en enero de 2019, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras como la máxima autoridad electoral en el ámbito administrativo, técnico y logístico, sustituyendo al anterior organismo.
Bajo este nuevo esquema legal e institucional, Honduras ha iniciado un nuevo proceso electoral. Su debut ha sido las elecciones primarias celebradas el 14 de marzo 2021, antesala de las generales programadas para el 28 de noviembre próximo. Como era de esperarse, el reciente evento se desarrolló en medio de un complejo ambiente social, económico y político, exacerbado por la pandemia del COVID-19 y salpicado de antiguas acusaciones de intervenciones ilícitas con el propósito de impedir, anular o modificar los resultados reales según la voluntad del pueblo.
El CNE, que ha generado muchas expectativas ciudadanas, tiene el gran reto de revertir el alto grado de desconfianza de la ciudadanía en la transparencia e integridad del proceso electoral. Algo que llama la atención es el hecho que el proceso electoral primario se celebró en ausencia de la Ley Electoral, la cual aún no ha sido aprobada por el Congreso Nacional.
El control de un eventual fraude, la corrupción y las prácticas injustas del pasado, debe ser el objetivo fundamental para la regulación de los candidatos y partidos políticos, a fin de salvaguardar la democracia. Las acusaciones de faltas y pedido de conteo de voto por voto de algunos candidatos perdedores, aun cuando no se conocen los resultados oficiales por parte del CNE, no es otra cosa que la manifestación del fantasma de elecciones anteriores “amañadas” que ha generado la ausencia de una cultura perdedora entre los participantes.
Quienes somos católicos o persona de buena fe no debemos olvidar lo que nos escribe el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, carta a la solidaridad humana y representada por el acercamiento del Buen Samaritano a la víctima en la calle. Cuando dos o más hondureños se unen para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en “el campo de la más amplia caridad, la caridad política.” (FT 180, citando a Pío XI) ¡no lo olvidemos!