Editorial | Nuestra voz | La familia bajo amenaza

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El X Encuentro Mundial de las Familias que se celebró en Roma, del 22 al 26 de junio de 2022, fue una oportunidad extraordinaria para reunir familias del mundo, para reflexionar sobre el amor familiar: vocación y camino de santidad y marcó el final del «Año de la Familia Amoris Laetitia».

Este encuentro católico internacional pone de relieve la importancia de la familia como el centro del tejido social de una comunidad que mira impasible como se le ataca de manera sutil y mal intencionada, sin embargo, pese a los ataques a lo largo de la historia, sigue siendo el pilar más firme que sustenta a toda la colectividad humana, como una base sólida y confiable, ya que es la primera formadora de “personas”, las cuales en el futuro serán las que constituyan la sociedad donde habiten.

A través del tiempo la familia ha ido sufriendo distintas transformaciones, tanto de forma como de estructura e interacciones humanas internas y sociales bastante peculiares; las cuales según los sociólogos han dado lugar a numerosas configuraciones y expresiones; pero el Papa Francisco subraya hoy, que la Iglesia ofrece una concepción de la familia que es la del Libro del Génesis, “de la unidad en la diferencia entre hombre y mujer y de su fecundidad”, un concepto no negociable y que está fundado en el principio básico de que la familia está ligada fundamentalmente a la fecundidad y por ello a la preservación de la vida.

Millones de personas son actualmente atacadas y afectadas por insidiosas campañas en series de TV, películas, novelas, Etc. afirmando que la familia con perfil cristiano son una “elaboración social”, o “estructura artificial”, haciendo un gran daño al verdadero amor, al distorsionar la verdadera misión.

Es frecuente leer, escuchar y ver que ahora se habla de familias “con perspectiva de género”, se elaboran nuevas y controvertidas leyes que protegen a las uniones de personas de mismo sexo, además, se promueven relaciones que se reducen a lo que produce placer en el momento; poniendo al hombre y la mujer en guerra y eludiendo el amor comprometido, que no busca su propio fin y que se entrega en una relación de respeto y cuidado permanente, que no termina, que se cuida como la base de una familia al estilo de Dios.

El ataque concertado y global que sufren la familia y el matrimonio en nuestros tiempos es particularmente preocupante, de ahí, la necesidad de fortalecer la relación más importante en el hogar, la del hombre con su mujer. Dios llama a los hombres a que amen a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia, hasta dar la vida por ella. La Iglesia reconoce “el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones” pero también está consciente que la incorporación de la mujer al sistema laboral, paulatinamente ha ido desnaturalizando la estructura familiar al empoderar a la mujer en cuestiones profesionales y laborales en detrimento de otros roles tan importantes para la creación de familias que trasmitan valores.

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