Editorial: Nuestra voz | ¿Crisis de liderazgo?

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Honduras, al igual que el resto del mundo, sufre la pandemia del COVID-19, con la diferencia que la atraviesa en medio de una crisis de notables e insospechadas dimensiones y no estamos haciendo nada. Por un lado, según las cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Honduras sigue siendo uno de los países más pobres del continente americano; cuenta con aproximadamente 40 por ciento de su población en situación de pobreza extrema y 67,4 por ciento en pobreza relativa y por otro lado, el juicio de personas en la Corte de Justicia de New York, ha dejado al descubierto los estrechos vínculos de la política con grupos de personas que se dedican a traficar drogas, entre otros delitos, organizados de tal forma que: financian a un candidato, nombran funcionarios de gobierno o ellos mismos participan para obtener cargos de elección popular, vulnerando de este modo el estado de derecho.

Si además agregamos la violencia como una manera de solucionar conflictos, la extorsión a emprendedores, el incremento de las cifras de muertes violentas de compatriotas, las denuncias de despilfarro de recursos públicos, el robo descarado de fondos del estado para usos privados, la venta de porciones del territorio bajo la figura de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, viajes con gastos millonarios, mientras los empleados de salud lloran, gritan exigiendo el pago de sus salarios atrasados y un largo etcétera, la situación se pone peliaguda y caótica y pareciera que hemos perdido nuestra capacidad de reaccionar y revelarnos.

¿Qué más debe pasar en Honduras para que reaccionemos y tomemos las riendas de nuestro destino? ¿Por qué las manifestaciones de inconformidad y pedido de soluciones se diluyen en el tiempo? ¿Es vedad que preferimos huir antes que enfrentar nuestra dificultad? La respuesta a estas preguntas es bastante compleja e intentaremos acercarnos un poco a la realidad. Está claro que la escasez o falta de todo distorsiona la percepción de la realidad, lo que provoca una “visión de túnel” que es cuando la persona en cuestión solo se concentra en resolver aquella situación más urgente para cuya resolución carece de recursos suficientes, de tal forma que su atención se concentra en problemas que atañen a su propia subsistencia y la de su familia, olvidándose de todo lo demás; por esa razón, es que todo aquel que llegue y le ofrezca una bolsa de comida o dinero en efectivo captará su atención y sumisión, porque un estómago vacío es un muy mal consejero, conociendo el efecto del hambre en la toma de decisiones debemos ser muy cautelosos a la hora de juzgarlos y exigir de ellos respuestas o acciones de protesta.

Tampoco necesitamos, ni es la respuesta, un liderazgo oportunista tan de moda en los últimos tiempos, en el cual hombres o mujeres se aprovechan de las circunstancias para levantar un perfil que les permita desplazar a los otros que ocupan la posición a la que ellos aspiran; ese liderazgo acrecienta la falta de confianza entre las personas y provoca un estado de desánimo general. Necesitamos líderes confiables, con capacidad para liderar un proceso de desarrollo, basado en una lógica de acción, que genere propuestas de crecimiento y colaboración con el suficiente dinamismo para afrontar los retos que el entorno social le imponga, solo así lograremos salir del hoyo en que estamos sumergidos ¿Aún hay esperanzas?

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