Desde los tiempos de la colonia, ha sido una tradición cristiana católica, poner a cada pueblo bajo la protección de un santo patrono, en el caso de Tegucigalpa, desde su fundación el 29 de septiembre de 1578, bajo el nombre de Real Minas de la Villa de San Miguel de Heredia de Tegucigalpa, San Miguel Arcángel se convirtió en su Santo protector e intercesor ante Jesús. Pero ¿Quién es ese poderoso guerrero que cuida a Tegucigalpa y a su gente?
El honor y la veneración a San Miguel, ha sido parte esencial de la vida de la Iglesia desde sus inicios, se le representa con el traje de Guerrero o de Soldado Centurión, como Príncipe de las Milicias Celestiales, es uno de los tres arcángeles y su nombre aparece en la Biblia junto a los de Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia le da el más alto lugar entre los arcángeles y le llama “Príncipe de los espíritus celestiales”; en el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento según lo relata Apocalipsis 12, 7: “Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el dragón.” En hebreo su nombre se traduce como “¿Quién como Dios?” era el grito de guerra de los ángeles buenos en la batalla librada en el cielo en contra del enemigo y sus seguidores y según la tradición cristiana a San Miguel Arcángel se le da varios oficios: Pelear contra Satanás, Rescatar las almas de los fieles del poder del enemigo, especialmente a la hora de la muerte, defensor de los moribundos, ser el campeón del pueblo de Dios: los judíos en la antigua Ley, los cristianos en el Nuevo Testamento; por lo tanto, él era el patrón de la Iglesia y finalmente, traer las almas de los hombres a juicio.
Así es el Santo Patrono de esta bonita ciudad fundada hace 444 años, una ciudad que se construyó en sus orígenes sin una planificación territorial o que apareció tardíamente para plantear normas urbanísticas que no siempre han sido atendidas por la población. Una ciudad cuya población ha crecido desmesuradamente, concentrada en un escaso territorio urbano apto para la construcción de viviendas, que sigue un patrón de crecimiento centrífugo y desordenado, en condiciones de inestabilidad geológica hasta en un 70 por ciento de su territorio, cuyos pobladores autoconstruyen sus casas en laderas empinadas, que rellenan quebradas sin asesoramiento técnico y adolecen de los servicios básicos apropiados. No hay duda que el Arcángel San Miguel, patrono de Tegucigalpa, tiene mucho trabajo, protegiendo del mal a muchos capitalinos ante la cantidad de eventos adversos provocados por fenómenos naturales externos, como la calamitosa situación que hoy viven los habitantes de barrios como la Guillén y sus alrededores. Es tiempo de volver la cara a Dios y pedir su sabiduría y provisión pues como dice el Salmo 126 “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas”. ¡Felices 444 años a nuestra querida Capital! Dios te cuide.