“Fratelli tutti” (Hermanos todos), es la tercera encíclica del Papa Francisco publicada el 4 de octubre 2020. En ocho capítulos el Santo Padre nos brinda claves para recuperar aquello que es más humano y que se asienta sobre la inalterable dignidad humana: nuestra sociabilidad y deseo de buscar lo común. Esta convocatoria implica reaprender a amar, a acompañar, a cuidarnos y sostenernos unos con otros. El Capítulo 5 dedicado a “La mejor política” es una de las formas más preciosas de la caridad porque está al servicio del bien común y conoce la importancia del pueblo, entendido como una categoría abierta disponible para la confrontación y el diálogo.
En modo “ciudadano” se nos invita a renovar nuestro amor por esta Patria y nuestros compatriotas lo que implica aceptar el reto de pasar de ser buenos y excelentes hondureños que formamos parte de una nación pobre y mediocre, a ser verdaderos ciudadanos que cultivan las sanas emociones, la integridad, los valores y el espíritu de unidad entre todos lo que habitamos este pedazo de la casa común, llamada Honduras; ya sea que aspiremos a un cargo de elección popular o que seamos ciudadanos comunes.
El ciudadano común se pregunta: “¿Qué tiene que ver conmigo? El gobernar para el bien común, es tarea del político que gane y cómo yo no vivo del gobierno ¡a mí me vale!” Una actitud bastante frecuente, pero en Fratelli Tutti el Papa nos exhorta a superar las sombras de un mundo cerrado; que no intentemos imponer a otros nuestras ideologías, que no engendremos nuevas formas de egoísmo, que no desfiguremos los recursos del poder para dominar y sembrar desesperanza en los demás. Esto se agrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad (159)”.
Y aunque la perspectiva nacional nos condiciona y vivimos en medio de grandes polarizaciones y desigualdades, la política nos ofrece una oportunidad de practicar la solidaridad y la cooperación por lo que unidos debemos aspirar a que “Nadie se quede atrás”. Se trata de enfrentar juntos los problemas estructurales que han generado pobreza, exclusión, inequidad y maltrato. Las campañas políticas de corte populista como una forma de conseguir votos para un candidato a presidente, alcalde o diputado deben ser desterradas porque “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos (154)”.
Pero no todo en política es negativo, oscuro y perverso. Hay líderes populares capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad. El servicio que prestan, aglutinando y conduciendo, puede ser la base para un proyecto duradero de transformación y crecimiento, que implica también la capacidad de ceder lugar a otros en pos del bien común, aprender a reconocerlos es una obligación de todos. Abrir los ojos y desenmascarar a aquellos que pretenden cautivar e instrumentalizar políticamente a sus seguidores con cualquier signo ideológico “al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder” (159), es una tarea que no se debe posponer