Algunos se burlan de los dichos de mis abuelos, sobre todo de mi abuela paterna, pero sin duda que tienen una sabiduría que nunca tendrán los que se creen dueños de la verdad o peor aún, que se creen dioses o semi-dioses.
Es increíble la cantidad de comentarios que se escuchan en estos días en contra del Santo Padre a razón de que, para satisfacer la curiosidad de algunos y el morbo de muchos, pretenden que salga a la palestra pública a hablar en contra del gobierno de la parejita que gobierna más allá del Río Tinto o Segovia.
Después de años, de verdad, años de trabajo en los Archivos de la Santa Sede, tanto el ahora llamado Archivo Apostólico como el de la Secretaría de Estado, se ha dado por terminado el análisis de los documentos, que pueden perfectamente ser consultados, de los años de la II Guerra Mundial sobre el comportamiento del Papa Pío XII respecto de un loco desquiciado llamado Adolf Hitler.
Podemos esperar sentados a que los detractores y los novelistas fantasiosos que, durante los últimos años, bueno realmente desde 1963, escribieron en contra de él, se disculpen. Eso no va a pasar sin duda, pero aquel a quién la misma primera ministra, Golda Meier, llamó “un gran amigo del Pueblo Judío” y que mereció el título de “Justo de las Naciones”, está siendo reivindicado porque se está demostrando que
la pauta de la historia de la Iglesia no está en los panfletos y menos en las redes sociales.
Es comprensible la frustración de muchos hermanos nicaragüenses que quisieran que el Santo Padre se pronunciase de manera explícita, pero deben entender que cuando Hitler recibió críticas de los obispos, específicamente del obispo de Utecht en 1942, mandó matar a cientos de sacerdotes, religiosas y laicos, incluida Santa Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz.
Claro que el circo es diferente entre Nicaragua y el III Reich o cualquier otro de los enemigos de la libertad que existen actualmente en Afganistán, en China o en Corea del Norte, pero las piruetas de los “saltimbanqui” y las bromas de los payasos, son siempre similares.
El asunto es que duele mucho ver a supuestos católicos atacar al Santo Padre solo porque no les parece su “supuesto” silencio. El Papa me ha probado muchas veces que en mucho sigue la filosofía de mi abuela. Guardar “silenzio stampa”, no es lo mismo que estar callado o indiferente.
Ante las locuras de dictadores y la falta de cordura de los que les aplauden sus desmanes, hay actitudes que no son cobardes sino realmente maduras. Recuerdo otra cosa que leí por ahí y que me recordaba algo de mi abuela: no te rebajes a discutir con un tonto,
porque te arrastrará a su campo y ahí, él es experto.