Coherencia de vida es lo que debemos mostrar

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Esta fue la exhortación en la que el Padre Rodolfo Varela centró su homilía en la misa que presidió, este día, en la Basílica Nuestra Señora de Suyapa. Releyendo el mensaje de la palabra de Dios, contenida en el libro del profeta Isaías, el Padre Varela sostuvo que el ayuno que quiere el Señor es aquel que pueda” soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo”  y no desentendernos de los más necesitados, apuntó.

“si vamos ayunar es porque anhelamos cambiar, porque tenemos un  propósito de conversión”, expresó una vez más en su mensaje este sacerdote diocesano. Así mismo, recordó a los presente en el templo que el papa Francisco en su mensaje de cuaresma, invita que en estos días debemos suscitar en nosotros “una fe sincera, una esperanza viva, y una caridad operante”, por lo tanto es necesario ser coherentes en la vida.

Primera Lectura Isaías 58, 1-9a

Esto dice el Señor Dios: «Grita a pleno pulmón, no te contengas; alza la voz como una  trompeta,  denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad. Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios. “¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?” En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo. ¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza? ¿A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor? Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.  Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».

Salmo Responsorial 50

R/ Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

R/ Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad en tu presencia.

R/ Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. El sacrificio agradable a Dios es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.

R/ Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias

Santo Evangelio  San Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».

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