El Papa manifestó “Es importante reunir las capacidades científicas, de manera transparente y desinteresada, para encontrar vacunas y tratamientos, y garantizar el acceso universal a las tecnologías esenciales que permitan a cada persona contagiada, en cada parte del mundo, recibir la atención sanitaria necesaria”.
En su homilía el Papa reflexionó sobre la parábola del Buen Pastor, que es la única voz que escucha el rebaño, pidió a los católicos que aprendan a distinguir la voz de Dios de la Voz del enemigo.
Francisco dijo que la voz del enemigo distrae del presente y quiere que nos centremos en los temores del futuro o en las tristezas del pasado, porque el enemigo no quiere el presente, recordó la amargura, los recuerdos de la año sufrido, de quienes nos han hecho daño, tantos malos recuerdos. En cambio, la voz de Dios hable del presente.
El Papa explicó que también la voz de Dios y la del diablo plantean preguntas completamente diferentes. Y hace estas preguntas. La pregunta de Dios será: “¿Qué es lo que me hace bien?” En cambio, el tentador insistirá en otra pregunta: “¿Qué me apetece hacer?”. ¿Qué me apetece?: la voz del mal siempre gira en torno al ego, sus impulsos, sus necesidades, todo y ahora mismo. Es como los caprichos de los niños: todo y ahora.
Como es costumbre después de la oración, el Papa se asomó a la ventana de su estudio para dar la bendición a la ciudad y al mundo, ante una plaza de San Pedro completamente vacía.