El Adviento aparece en el inicio del año de la liturgia como un espacio preparatorio a la Natividad del Señor, por lo que de la manera de cómo vivamos la Navidad, dependerá mucho la valoración de las cuatro semanas y todo lo que encierra el Adviento.
Aprovechamiento
Los signos, gestos, la música y un sinfín de elementos, nos apoyan durante este tiempo de Adviento, todo en vistas a preparar el corazón para el gran acontecimiento de Navidad; para el padre Pablo Hernández, párroco de la comunidad Nuestra Señora de Guadalupe de Tegucigalpa, dijo que “Aprovechamos más este tiempo cuando lo vivimos sumergidos en el silencio interior, por ejemplo, como nos lo muestra la liturgia omitiendo el Gloria o quitando las flores”. Estos detalles deben ser tomados en cuenta por quienes preparan en las parroquias y observados por cada feligrés; el presbítero Hernández también menciona que “sería buena la confesión durante este tiempo, para recibir de la mejor manera a Jesús a través del perdón de nuestros pecados, por lo que es excelente la programación de actos penitenciales en las parroquias”. La profundización en este tiempo, debe estar latente sabiendo que cada día se tiene que aprovechar al máximo.
Cuidados
Con la cercanía de la Navidad y el fin de año, puede disminuir la intensidad de cómo se debería vivir el tiempo de Adviento, por lo que debemos tener la precaución de que esto no ocurra. Para Abraham Gálvez, seminarista de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, “De manera penosa este tiempo pasa desapercibido por una influencia comercial ya que se aprecia desde muy temprano las decoraciones navideñas y todo el ambiente, por lo que podría verse como que el Adviento no existe”. Esto es grave, más si se tiene la conciencia que la Iglesia Católica como madre y maestra, nos prepara para cada acontecimiento, por lo que la preparación debe ser tal como la Iglesia lo indica, sin sobresaltos u omisiones. Gálvez, invita a contrarrestar esto, con “la meditación de la Palabra de Dios de cada día, para que nos vaya guiando hasta llegar al día esperado, para así tener una mayor conciencia de lo que celebramos, lo importante es saber aprovechar al máximo la espiritualidad de este tiempo y mantenerse en gozosa espera de la venida del Salvador”.
Vivencias
Además de ser un tiempo con marcado tinte mariano, el Adviento constituye una motivación para los encuentros familiares, que en torno a los diferentes signos que acompañan el tiempo, pueden unificar mucho más este núcleo, para Rosibel de Sevilla, la dulce espera se fortalece “En el hogar con la práctica de la Corona de Adviento, porque nos facilita la transmisión de la fe”. Otra vivencia que Sevilla propone es “las meditaciones semanales, porque nuestros hijos al participar en la celebración: cantando, proclamando las lecturas, encendiendo las velas y reflexionando los textos en familia, dan sentido al por qué vivir y prepararse cristianamente para la espera del Salvador”; con el Adviento, también surgen otro tipo de actividades con las que se abona para la preparación y son según Rosibel, “haciendo vida la Palabra de Dios practicando actos de solidaridad, compartiendo con los que más necesitan”. Estas obras también aportan a la experiencia de un Adviento diferente, lleno de amor y con el sentido pleno de que es un tiempo preparatorio.
Generalidades
El Adviento inicia las primeras vísperas del domingo después de la Solemnidad de Cristo Rey y abarca los cuatro domingos siguientes hasta la hora nona del 24 de diciembre, dando paso a las primeras vísperas de Navidad. No se entona el Himno del Gloria y el color litúrgico es el morado. Dentro de este tiempo también se celebrarán algunas fiestas marianas como la Inmaculada Concepción el 08 de diciembre y la Virgen de Guadalupe el día 12 haciendo excepción con las restricciones antes mencionadas.
