¡Y el verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros!

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En la Misa de Navidad, celebrada en la Basílica de Suyapa, por su Eminencia, Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, resaltó la afirmación fundamental del Evangelio de este día, en que seguimos celebrando el nacimiento de Jesús, “no es un simplemente un hecho histórico, es mucho más, Él viene a nuestro encuentro, nos recibe a todos, acepta nuestra condición humana, frágil y limitada”.

Además añadió, que en Navidad se celebra la vida de Dios en nosotros, en cada uno de los que estamos reunidos, y nos invitó a meditar pregunta ¿soy consciente que vivo sumergido en un océano inmenso de amor, que me sobrepasa, que me rodea por todas partes?.
Luego prosiguió diciendo “en el principio existía Dios amor, el verbo era la luz verdadera que alumbra todo hombre, dice San Juan, Cristo es la luz interior que alumbra nuestra oscuridad, que alumbra nuestro corazón con la claridad de su amor y esta luz es más fuerte que cualquier tiniebla”.

Tristeza Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, “estas palabras quiere decir que en todos nosotros está esa capacidad de poder rechazar el amor, de poder elegir el camino que lleva a la vida o el camino en que podemos malograr nuestra vida, la libertad que nos dejó Dios” Continuó diciendo “significa también nuestra propia ceguera, en que podemos confundir la luz con la oscuridad y podría ser que Dios no encontrará casa en nosotros. Realmente Dios no tiene casa ahora, en los campos de refugiados, en los que sufren hambre, el odio, la guerra en el Medio Oriente, tampoco tiene casa en los que sufrieron la perdida de todo después de los huracanes, que triste que en este mundo no hay sitio para los refugiados, para los inmigrantes, para los ancianos que viven solos y para los más necesitados, pero más trágico sería si Dios no tiene casa en nuestro corazón, cuando no lo queremos recibir o no le queremos dar cobijo. Y que triste, Dios es el gran ausente en la fiesta de la Navidad.

En otra parte de la homilía, se refirió a lo que significa decir, “la palabra se hizo carne”, significa que en Jesús, Dios asumió nuestra condición humana, frágil con todas sus debilidades, porque el Hijo de Dios quiso ser uno de nosotros, asumió nuestra condición humana y nuestros límites, manifestó.
Celebrar la Navidad, es celebrar el misterio de la encarnación, es celebrar que Dios se atreve a hacerse carne, a hacerse humanidad, a hacerse historia, a tomar parte de nuestras miserias menos el pecado y también todo lo bueno y bello de los seres humanos.

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